Recuerdo del Esbit
Héctor Chavarría
Una ojeada a la nostalgia:
Eran los años 70 del siglo pasado y en algunas tiendas de artículos deportivos, en las cuales se vendían muy contados implementos para montañismo, por lo general importados, era posible adquirir unas curiosas “estufas” plegables, poco más grandes que una cajetilla de cigarrillos, que podían ser guardadas en un bolsillo. Dentro de ellas era portado un paquete con varias pastillas de combustible sólido.
ERA UN CONJUNTO ligero e interesante, con un costo accesible para nosotros, en aquella época entusiastas ascensionistas con carencias económicas… aquel curioso conjunto tenía una enigmática marca grabada en alto relieve Esbit… Instrucciones de uso y composición química de las pastillas, estaban escritas en alemán en el paquete de color rojo. Así nos enteramos de la procedencia, pero no de la historia del producto, eso sería tiempo después.
Un invento ingenioso
LA REALIDAD ERA que el artilugio tenía un origen civil, desde 1936, creado por Erich Schumm, pero se le dio un uso militar y, en ese sentido, poseía una vasta historia, por parte del Ejército Alemán de entonces, la Wehrmacht, durante la Segunda Guerra Mundial.
El empleo de esta “estufita” fue una novedad, como muchas cosas del rearme alemán de los años 30 del siglo y milenio pasados, una historia de herramientas harto interesante, pero ahora vamos sobre la “estufa”; los primeros en usarla fueron los Fallschrinjäger (cazadores paracaidistas), en cuyos uniformes utilitarios para combate —de los primeros en aquella época—, había una bolsa especial para la estufita Esbit.
En el curso de la guerra, todo el ejército alemán las usó, con resultados variopintos según el sitio. Esbit es para calentar, no para cocinar… es una herramienta para la supervivencia, las pastillas antiguas tenían una duración de ocho minutos, tiempo suficiente para hervir agua contenida en un “vaso” de la muy especial cantimplora militar alemana… o para calentar un par de raciones de las proporcionadas por la intendencia alemana, para uso en combate. Las pastillas actuales arden por 16 minutos.
Alguna vez, quizá podamos hablar de las muy particulares raciones alemanas, pero esa es otra historia…
Pero, ¿qué es la marca Esbit, a fin de cuentas?
Son las iniciales de… Erich Schumm Brennstoff, in Tabletten. O sea: Combustible / calor en tabletas, Erich Schumm.
Después de la guerra la “estufita” siguió fabricándose y surgieron copias diversas, el US Army uso una versión propia, para las tropas en Vietnam, incluso en México se fabricó una copia, burda pero efectiva.
DAS TABLETTEN (Las tabletas).
UNA TABLETA de combustible de hexamina (o tableta de calor, Esbit), es una forma de combustible sólido en forma de tablilla. Las tabletas se queman sin humo, tienen una alta densidad de energía, no se licuan mientras se queman y no dejan cenizas.
Inventadas en Murrhardt, Alemania, en 1936, por Erich Schumm su componente principal es la hexamina, que fue descubierta por Aleksandr Butlerov, en 1859. Algunas tabletas de combustible usan 1,3,5-trioxano como otro ingrediente.
Esbit es una marca comercial genérica que las personas a menudo utilizan para referirse a productos similares fabricados por otras compañías. En la mayoría de los países del antiguo bloque soviético, las tabletas de combustible se llaman alcohol seco.
Los niños de Brasil
(Y, Bruno Ganz)
EN 1976, SE PUBLICÓ la novela Los niños de Brasil de Ira Levin, un terrorífico planteamiento de ciencia ficción (cf) en el cual, el nefasto doctor Joseph Mengele buscaba la creación del IV Reich, clonando a Hitler en 96 niños, en unas instalaciones en Brasil, patrocinadas por una organización nazi, Der Kameraden. En 1978 se estrenó la cinta del mismo nombre del director Franklin J. Schaffner, (realizador de la cinta de cf El planeta de los simios), con los actores Gregory Peck, James Mason y Lawrence Olivier.
¿Y qué tiene que ver esto con Bruno Ganz? Pues que en la cinta el actor suizo tuvo un pequeño papel como el médico que le dice al cazador de nazis, Ezra Lieberman; “que le hubiera gustado conocer a Mengele.”
Ya sabemos que Ganz interpretó en el cine al mejor Hitler hasta la fecha (ver Voces 382), no se trata de contar la trama de la cinta Los niños de Brasil, la cual recomendamos a quien no la haya visto, su final es estremecedor por las implicaciones morales y materiales que Ira Levin imprimió en la novela y Schaffner en el filme.
Como colofón, todos los actores; Olivier, Mason, Peck y Ganz están muertos (como Hitler) y, sin posibilidad de clonación…