Por Guillermo Rocafort
Donald Trump afronta un cuarto procesamiento bajo la presidencia de Joe Biden y a poco más de un año del comienzo de las elecciones presidenciales del 2024 en Estados Unidos donde ambos candidatos, muy probablemente, se volverán a enfrentar.
La nación estadounidense está partida en dos y mientras aumentan los procesamientos contra Trump más aumenta su popularidad entre los votantes republicanos, y también entre la población mundial que ve con malos ojos al belicista Biden y a su Administración.
En el 2020 publiqué varios artículos en Confilegal y en otros medios de gran prestigio sobre las dudas que levantaban el proceso electoral del 2020 que dio la victoria a Biden frente a Trump y que están en el origen de este cuarto procesamiento, quizá el más político de todos, en lo que respecta a un presunto intento de pucherazo de Trump en las elecciones presidenciales que se realizaron en Georgia en dicho año.
Dicho procesamiento viene de la mano de una fiscal de la extrema izquierda del Estado de Georgia, Fani T. Willis, que está vinculada al Partido Demócrata de Biden y que ha llevado a dicho Estado a los niveles más altos de delincuencia durante su cargo, y también de la mano de dirigentes republicanos locales como son los republicanos anti-Trump, el actual gobernador de Georgia, Brian Kemp, y el secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, el cual grabó maliciosamente una conversación con Trump, que fue filtrada por él a medios pro Biden, donde a mi juicio Trump le exigía con tono duro y áspero un mayor rigor electoral en el conteo de los votos en las elecciones presidenciales del 2020 en su Estado.
El tema de que haya sido procesado por una fiscal de Georgia me ha dado fuerte en el corazón y es por lo que me he animado a escribir sobre este particular, básicamente porque Georgia es el Estado que más baja integridad electoral tiene de todo Estados Unidos y eso no es culpa de Trump, sino de la desidia demócrata que se beneficia de ella y también de los republicanos locales que se acomodan al ritmo que fijan los demócratas a nivel nacional en las elecciones presidenciales pero que disfrutan de dicha falta de integridad cuando se trata de elecciones estatales.
En concreto el Estado de Georgia tuvo un índice de integridad electoral de suspenso (menos de 50 sobre 100), según el prestigioso estudio de la Universidad de Harvard titulado “Electoral Integrity in the 2018 American Elections (PEI-US-2018)” y que se puede consultar en este siguiente enlace.
A continuación, en el siguiente mapa extraído de dicho estudio de integridad electoral se puede advertir claramente cómo Georgia es el único Estado de Estados Unidos que está por debajo del 50 en dicho índice que publica la Universidad de Harvard, y es por lo que aparece en color rojo en señal de alarma.
En dicho estudio además se acusa directamente a las autoridades republicanas locales de Georgia de ser muy corruptas en el ámbito electoral, en concreto contra al actual gobernador desde el 2018, Brian Kemp, al que se le acusa de haber robado las elecciones estatales en dicho año frente a la candidata demócrata, Stacy Abrams, en concreto en la nota 7 de la página 19 del Informe, donde se dice textualmente: