Por Matteo Castagna
En Occidente, la geopolítica se trata de manera superficial. Los medios de comunicación tratan las noticias sin un enfoque serio y profundo, prefiriendo centrarse en temas de menor profundidad pero también de menor importancia. El resultado es que quienes no pueden encontrar revistas especializadas o fuentes personales no entienden nada y se ven obligados a confiar en las noticias de última hora o en los artículos periodísticos.
Hace poco, me enteré de que algunas redacciones italianas ni siquiera tienen periodistas que se ocupen de geopolítica. Mi opinión personal es que, en el tercer milenio, si no profundizamos en este tema, corremos el riesgo de convertirnos en víctimas de la propaganda y de creernos todos los chistes de los programas de entrevistas.
Un ejemplo sorprendente, además del profesor Michael Hudson, es el profesor Jeffrey Sachs, catedrático de Harvard, que aparece ampliamente en el blog del periodista de Vicenza Marco Milioni. Sachs es de origen judío, políticamente alineado con los demócratas, progresista moderado, consultor en las Naciones Unidas. Su perfil tendría todas las características de una estrella políticamente correcta, pero no lo es, y a pesar de ser considerado una luminaria en América, casi nunca está presente en la televisión, porque prefiere la diplomacia a la guerra y porque sobre Rusia y China no piensa como Hillary Clinton. Si le sirve de consuelo, no parece ser el único demócrata estadounidense.
En Italia es casi desconocido. Al respecto, Marco Milioni escribe en su blog: “…la mayor parte de la llamada prensa dominante de nuestro país está tan alineada con los dictados que provienen de un cierto mundo atlantista, que establece límites aún más estrictos que los que vienen de ultramar…”
El último artículo de Sachs es esclarecedor por la forma en que aborda y habla de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China. Se encuentra en inglés, oculto, a pesar de la importancia de la persona, recién en su sitio web el 22 de agosto. Está traducido al italiano y publicado, veinte días después, casi en su totalidad en el diario Il Fatto del 9 de septiembre, en la página. 17, Milioni concluye: “…en el circuito informativo italiano de ese análisis autorizado, sin embargo, en realidad no hay rastro. Es decir, no hay ni rastro de un debate sobre el tema digno de ese nombre: si se está de acuerdo o no con el profesor americano.” Éste es el drama, junto con las posiciones maniqueas e ideológicas adoptadas.
Estamos atravesando una era de cambios de época, donde pareciera que la libertad está en juego. El nuevo Sistema se basa en el control social, intentando por todos los medios integrar a la humanidad en el nihilismo, a través de una versión “light” del totalitarismo, diferente de los regímenes del siglo XX, porque es tortuoso, distópico, amoral, irracional, profundamente maligno. y astuto, hasta el punto de que muchos no se dan cuenta de que la dependencia a las élites está cambiando los estilos de vida, anulando cualquier visión del mundo, encarcelando ideas y reduciendo la religión a un modelo inútil y anticuado, que no sirve para nada a la economía global.
Cornelio Fabro, sobre la libertad, escribió que «la libertad es el lenguaje universal del espíritu humano, es ese lenguaje que habla desde lo más profundo de su silencio en el pedido radical: La libertad es lo que más nos une, y el ejercicio de la libertad es lo que más nos diferencia y distingue..”
Santo Tomás de Aquino escribió que “la libertad es la capacidad que tiene el hombre de ser árbitro, es decir, dueño de sus propias acciones, eligiendo entre diversas posibilidades y alternativas: actuar o no actuar, hacer una cosa antes que otra.
Si el hombre fuera conducido a su destino sin libertad, no podría ser feliz, no sería su felicidad, no sería su destino. Es a través de su libertad que el destino, el fin, el propósito, el objeto último puede convertirse para él en la respuesta. El destino es algo de lo que el hombre es responsable, es fruto de la libertad. La libertad tiene, pues, que ver no sólo con la orientación hacia Dios como coherencia de vida, sino también con el descubrimiento de Dios”.
Reducida a lo esencial, la nueva sociedad wok americana, importada, quiere quitarnos todo esto para convertirnos en amebas o autómatas, sin ideales, sin religión, sin una moral común, destruyendo toda comunidad de destino, aplastándonos en el tecnicismo, superados. por máquinas y abarrotados de pensamiento único liberal, globalista, bienhechor, ateo o lleno de ídolos a venerar, mientras el objetivo es siempre el Becerro de Oro, de la memoria bíblica. En el relato del Antiguo Testamento, el lector recordará que no terminó bien para quienes vinieron a adorarlo.