Por Matteo Castagna
Los grandes titiriteros del sistema de poder global son genios.
Ciertamente, tienen una inteligencia y una preparación antropológica superiores a la media. Han planeado, hasta el más mínimo detalle, la capacidad de cambiar los paradigmas de la vida común para sus intereses, especialmente los económicos, sin que el pueblo pueda rebelarse.
Es una operación de “cirugía diabólica” para leer con seriedad y serenidad, para remediar los excesos y disparates de los maniqueos o de los “rebeldes de opereta”, funcionales a los grandes nombres del Nuevo Orden Mundial por cuatro piezas de plata y una poca visibilidad.
Cegados por su mitomanía y frustración, no se dieron cuenta de que habían convertido a figuras conocidas a nivel nacional en lo que llaman sus enemigos.
que mientras estos señores hacían cantar en las plazas: “gente como nosotros nunca se rinde”, ahí estaba el Sistema riéndose y sus exponentes agradeciéndoles el proyecto de ley que engorda actualmente. el próximo episodio de un programa de televisión. el Sistema es fuerte, poderoso, pero sobre todo no es estúpido.
El ingeniero escocés, John Logie Baird, demostró públicamente cómo funcionaba su televisor desde el centro comercial Selfridges de Londres el 25 de marzo de 1925 . Y fue un éxito. En 1928, realizó la primera transmisión transoceánica, de Londres a Nueva York (quizás no sea casualidad que siempre haya que pasar por Inglaterra y Estados Unidos). En 1939, este sistema de televisión se abandonó en favor de la televisión totalmente electrónica, que funcionaba mucho mejor con el tubo de rayos catódicos de invención alemana.
Esta tecnología fue demostrada el 7 de septiembre de 1927 por el estadounidense, Philo Farnsworth, en San Francisco.. Por supuesto, estos grandes inventos no tenían intenciones maliciosas en la mente de los científicos que construyeron el televisor. Pero en ellos, paulatinamente, los grandes titiriteros del Sistema vieron la posibilidad de utilizar estas herramientas como un medio de información manipulado por ellos y para el entretenimiento masivo. “Panem et circenses” es siempre válido, en todas las épocas.
En el transcurso de 40 años, lograron convertir a un gran número de personas de todo el mundo en adictos a la televisión. No fue suficiente. Era necesario atraer y cambiar la mentalidad tradicional, especialmente las nuevas generaciones. En 1994, el británico, Tim Berners-Lee, decidió literalmente darle al mundo su invento: la World Wide Web. Fue un invento revolucionario, que llevó la red a los hogares de todos y ayudó a dar forma al mundo de las últimas tres décadas, que los grandes titiriteros del sistema no podían perderse. Una infraestructura que es utilizada, hoy, por aproximadamente 4.500 millones de personas en el mundo se convierte en un terreno de conquista para la élite globalista multimillonaria. La web es muy útil y valiosa, si se utiliza para buenos fines como, por ejemplo, la rapidez en los procesos de todos los trabajos honestos. Si se usa para fines innobles, es un desastre.
Pero aún no era suficiente, porque el Sistema, sin embargo, aún no había tenido éxito en su intención de esclavizar a la humanidad a la mentalidad fluida del Nuevo Orden Internacional, sin que esta pudiera darse cuenta. Se necesitaba algo más invasivo, pero sobre todo interactivo y un poco divertido, que hiciera sentir a esas masas ya anestesiadas protagonistas de una realidad virtual, primero de la TV y luego de la web. Así nacieron las redes sociales. También son excelentes herramientas de comunicación, si se usan para mejorar y acelerar las relaciones humanas, pero perjudiciales si te enfermas de “nomofobia”, es decir, dependes de ellos a través de los teléfonos inteligentes, alienándote en la realidad virtual. No hace falta negarlo: Facebook no es una red social, sino “LA” red social. De hecho, ninguna plataforma ha tenido nunca el impacto de la criatura inventada, en 2003, por el entonces jovencísimo estudiante de Harvard, Mark Zuckerberg.
En la actualidad, se estima que hay 4.550 millones de usuarios activos de redes sociales en todo el mundo, pero esa cifra es un 9,9 % más alta que el año pasado. Se logra el propósito de los grandes titiriteros del Sistema. Las masas se aplanan, el pensamiento es cancelado por aquellos que ya piensan por ti y te lo presentan en las redes sociales, la conformidad hacia un mundo al revés es rampante. Las comunidades desaparecen junto con el horizonte de valores y domina la secularización. Las librerías están vacías, todo el mundo cree sentirse alguien gracias a los “me gusta” y a los influencers. Simultáneamente, aumentan los casos de bullying, los suicidios de quienes no aguantan la magnitud del cambio, la sociedad fluida de género, el nihilismo y el despertar se convierten en el nuevo modelo social, junto al consumismo materialista que enriquece a los grandes titiriteros. La política muere en el desinterés, a favor de la tecnocracia y las plutocracias.
El “zombie social” global ya está listo para recibir la llegada de la Inteligencia Artificial con los brazos abiertos.
Michael Vlahos, quien es estudioso de historia militar, estrategia y antropología, escribe un artículo aclarador en agonmag.com, fechado el 3 de junio de 2023, titulado “El demonio en la narrativa sagrada de Estados Unidos”. El autor nos hace comprender por qué Estados Unidos necesita una humanidad esclavizada acríticamente a sus modelos económicos, sociales, morales: “América es una religión inflamada por un apocalipsis eternamente recurrente, y la guerra es su ritual de purificación”; “Desde su fundación, los Estados Unidos han buscado, con fervor religioso ardiente, un llamado superior para redimir a la humanidad, castigar a los malvados y marcar el comienzo de la Edad de Oro en la tierra. Los Estados Unidos se ha aferrado consistentemente a su visión original de su misión divina como el Nuevo Israel de Dios‘
Así, entre todas las revoluciones desatadas por la Modernidad, Estados Unidos se declara, en su propia Escritura, precursor de la Humanidad.
América es la nación excepcional , la única, la pura de corazón, la bautizadora y redentora de todos los pueblos humillados y oprimidos: La ‘última y la mejor esperanza sobre la Tierra’.
Como tal, el arco de la historia estadounidense solo puede cumplirse a través de la batalla. Cada ‘ punto culminante’, en la narración sagrada estadounidense, se ha logrado mediante el sacrificio mutuo y el poder trascendental de la victoria en la batalla. Desde su fundación hasta el presente, la guerra ha sido el yunque de América, y en la sangre ha sido templada divinamente. Aunque su lectura de las Escrituras se ha vuelto secular en la era del progreso, la religión estadounidense ha permanecido atada a sus raíces formativas. De hecho, incluso nuestra ‘Iglesia de Woke’, contemporánea, no puede escapar de sus orígenes protestantes calvinistas. En la nueva religión del despertar, las líneas, entre lo global y lo local, entre lo doméstico y lo extranjero, se desvanecen, para ser reemplazadas por un americanismo imperial proselitista que lo abarca todo”.
Concluye Vlahos: “Estados Unidos se rige por su religión civil, no por ideología. Los estadounidenses se guían por una narrativa sagrada.
Sin embargo, siempre está dirigida por un pequeño grupo de élites fanáticas, que guían una historia que solo puede realizarse en la guerra.
Estados Unidos comenzó y completó su fatídica transición como una encarnación de las Órdenes (divinas): de un ‘Nuevo Orden del Tiempo’ a las ‘Naciones Unidas’, a un ‘Nuevo Orden Mundial’, y finalmente a un ‘Orden basado en Reglas liberales’.
Pero estas llamadas Órdenes son un simulacro del demonio que se esconde en lo profundo de la narrativa sagrada estadounidense y dentro de todos nosotros: una fijación con los fuegos purificadores de la guerra que nos ha llevado a extralimitarnos y al borde de la caída.
De hecho, la nuestra es una metamorfosis notable: de las excepcionales ‘buenas noticias‘ americanas (¡la redención de la humanidad!) a la Revelación de la tiranía global”