Voces del Periodista Diario

Al encuentro de la alternativa económica al caos

Por Gastón Pardo

Ha comenzado una etapa nueva e imprevista en la larga historia del conflicto palestino-israelí. El número de muertos en ambos bandos es ya muy elevado. La comunidad internacional está preocupada por la posible extensión del conflicto, en especial hacia Irán; el Vaticano, se ha puesto a disposición para la liberación de los rehenes israelíes y para garantizar que no se descuide la suerte y los derechos de los cientos de miles de palestinos que huyen de Gaza. Irán se mantiene a la espera. El valor tranquilizante de la economía se pone en marcha a pesar de quien sea.

La implantación económica para restablecer la paz duradera empezó en noviembre de 2001. Por aquel entonces, Jim O’Neill, del banco de inversiones Goldman Sachs, publicó un documento titulado «Building Better Global Economic BRICs», en el que predecía un aumento de la influencia en el PIB mundial de los entonces Estados BRIC (acrónimo de Brasil, Rusia, India y China), y de China, subrayando así la necesidad de una reorganización global de la economía y la política. O’Neill añadió que en 2031, los estados BRIC habrían alcanzado y superado la producción económica de los integrantes del G7. De hecho, según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), al parecer ya en 2023 el PIB de los estados BRIC, expresado en dólares, supera al del G7 (29,9%), con un 32,1% del PIB mundial.

La primera cumbre de los Estados BRIC se celebró en la ciudad rusa de Ekaterimburgo en junio de 2009. En 2010, el grupo se amplió con la entrada de Sudáfrica, dando lugar así a los Brics. La siguiente gran ampliación se produjo en la reciente cumbre del 22 al 24 de agosto de 2023 en Sudáfrica. Aunque el acontecimiento llevaba tiempo en el aire y se esperaba la decisión sobre la entrada de nuevos países en la organización, la elección de la cumbre de los Brics en Sudáfrica de invitar a seis nuevos países: Argentina, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Egipto e Irán a unirse pareció sorprendente. Se trataba de demostrar que, a pesar de las diferencias y contrastes, incluso en el núcleo fundador de los Brics, en particular entre China e India, esta organización es capaz de acoger a nuevos miembros y crecer sin perder su cohesión interna.

Aunque ya en 2013 algunos autores habían pronosticado el colapso de los Brics, parece que los Estados que lo componen, a pesar de todas las dificultades, no sólo han demostrado ser viables, sino también capaces de crecer. Y ello a pesar de que las economías frenan su capacidad regularmente, y periódicamente se declara el fin del crecimiento en China, Rusia y Brasil; a pesar de que, en efecto, existen dificultades en las relaciones entre India y China.

En 2023, la economía mundial atraviesa una fase difícil. Las sanciones occidentales contra Rusia han provocado una variante y un nuevo paradigma de la globalización, que ya no tiene a Occidente como centro impulsor. Se ha formado otro polo fuerte de la economía mundial, en el que en 2022 los Estados Brics representan el 32% de la producción, el 18% del comercio y el 25% de las inversiones directas. También representan el 40% de la población mundial. Las sanciones occidentales contra Rusia y las estadounidenses contra China obligaron a los Brics a afrontar estos cambios y crear una alternativa al sistema económico dominado por Occidente.

Una consecuencia de la llamada «nueva guerra fría» es la fragmentación de la economía mundial entre Occidente y el eje China-Rusia, pero también respecto a los países Brics. La ampliación de este grupo con seis nuevos miembros debe considerarse en este contexto. En junio de 2022, el presidente chino, Xi Jinping, subrayó la importancia de la ampliación del Brics. E inmediatamente Argentina e Irán solicitaron su adhesión al llamado «Brics Plus».

Las posturas ante el Brics y las reacciones al anuncio de su ampliación se han caracterizado a veces por actitudes ideológicas. Algunos han hablado con desprecio de un club amorfo e insignificante, aludiendo incluso a una alianza entre regímenes corruptos.

Otros han señalado la dificultad de que regímenes autoritarios y democracias coexistan en la misma organización y el hecho de que, aunque exista comercio en monedas locales entre los países del Brics, no es previsible que el dólar estadounidense pueda ser sustituido como moneda para el comercio internacional. Según otros, los Brics, hagan lo que hagan, sólo tienen y tendrán una importancia secundaria en la economía y la política mundiales.

Hasta ahora, el pacto entre los Estados del Brics incluía a las grandes economías nacionales no occidentales de Brasil, India, China, Rusia y Sudáfrica. Pero ahora casi 20 Estados han solicitado su adhesión a la organización. Se espera que Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, que figuran entre los mayores exportadores de energía del mundo, se unan a la organización en el nuevo año. Esto debería traducirse en un aumento de la importancia geopolítica y el poder económico de la alianza en su conjunto.

«Valoramos el interés de otros países en establecer una asociación con los Estados del Brics», dijo a este respecto el Presidente sudafricano en su discurso en la cumbre de agosto de 2023. «Hemos dado instrucciones a nuestros ministros de Asuntos Exteriores para que sigan desarrollando el modelo relativo a los países socios de los Brics, así como una lista de otros socios potenciales». Además, el Presidente afirmó que los Jefes de Estado y de Gobierno de los países del Brics creen que ha llegado el momento de utilizar monedas locales y sistemas de pago alternativos.

El eslogan de la «desdolarización» de la economía debería causar inquietud en Washington y otros Estados aliados de Estados Unidos. Durante su presidencia, Donald Trump había advertido a menudo contra tal perspectiva. Pero el fenómeno de la desdolarización ya parece estar produciéndose. China paga el petróleo importado de Arabia Saudí en renminbi, mientras que Emiratos Árabes Unidos cobra a India en rupias. Esta tendencia es alentada por que las exportaciones rusas se liquidan en rublos, mientras el comercio entre Rusia y China bate nuevos récords, habiendo superado la barrera de los 200 mil millones de dólares en 2023.

En cualquier caso, hay que evitar una lectura ideológica de la evolución de los Brics. De hecho, no parece tratarse de una alianza de países que persigan una «revolución antioccidental». Es cierto que China y Rusia se encuentran ahora en una situación de conflicto con Estados Unidos y, en el caso particular de Rusia, también con los aliados estadounidenses. Por otra parte, la actitud de los demás países del Brics hacia Occidente no puede calificarse de conflictiva; más bien, revela la frustración de quienes ven ignorado su papel en la economía y la política mundiales.

Hay quienes sostienen que la organización Brics carece de sustancia, porque los países que la constituyen son muy diferentes entre sí. Sin embargo, a pesar de estas diferencias, y en el caso de la relación entre China e India, se puede hablar de una situación conflictiva, estos países tienen lo suficiente en común como para crear un grupo con una enorme fuerza de atracción para muchos otros países. Cuatro de los seis nuevos miembros del Brics proceden de Oriente Medio, es decir, de una región en la que, mientras Estados Unidos pierde relevancia, Pekín sigue aumentando su influencia.

Lo que une a los países del Brics es su aspiración a una autonomía estratégica y a un modelo de globalización diferente. Es precisamente en este punto donde su diferencia, por ejemplo, con los países de la Unión Europea, no podría ser mayor. Mientras que los grandes Estados de Oriente Medio aspiran a una mayor libertad de movimientos y ven en la superación de la unipolaridad política y económica una oportunidad; parece que Europa vive un retorno al viejo orden dominado por Estados Unidos. ¿Existe realmente el riesgo de que los Estados europeos queden reducidos a Estados vasallos de Estados Unidos? La cuestión está abierta, pero principios como la «soberanía europea» o la «autonomía estratégica» parecen hoy controvertidos.

Pues bien, la adhesión al club transnacional de los Brics no debe verse necesariamente como un giro antiamericano, ya que incluso Estados miembros originales como India, Brasil y Sudáfrica mantienen relaciones muy diversas con Washington. Sin embargo, la adhesión a esta organización aparece al menos como una especie de moción de censura hacia una globalización impulsada por Estados Unidos.

En la cumbre de agosto de 2023, el propio secretario general de la ONU, António Guterres, quiso cantar las alabanzas de las promesas que ofrece un mundo multipolar. Las actuales estructuras de gobernanza mundial reflejarían el mundo de ayer, y esto parece muy cierto en el caso del Consejo de Seguridad de la ONU y de las instituciones de Bretton Woods. El hecho de que el representante supremo de la ONU se expresara así en este contexto demuestra que, fuera de Occidente, la realidad de los Brics hace tiempo que adquirió cierta relevancia.

El distanciamiento de Washington de los nuevos miembros árabes de los Brics no ha sido una sorpresa total. De hecho, les une una historia de desafección hacia Estados Unidos. Ni en Riad ni en El Cairo han olvidado lo rápido que el gobierno estadounidense dejó caer al presidente Mubarak durante la llamada «primavera árabe». La consecuencia de la democratización en vano esperada por Occidente en esos países fue el fortalecimiento, en toda la región, del Islam político, enemigo jurado así de las fuerzas armadas egipcias como de las casas gobernantes de Arabia Saudí y los Emiratos. El hecho, pues, de que Washington también en este caso sin consultar previamente a sus aliados árabes concluyera el acuerdo nuclear con Irán ha reforzado en la propia Riad la idea de que, en caso de incertidumbre, la supremacía estadounidense ya no es una opción segura.

«Brics Plus»: la economía en el centro de todo

Quienes piensan que el «Brics Plus» es sólo una especie de fenómeno de comunicación están muy lejos de la realidad. Los países de esta agrupación tan distinta no sólo están unidos por el deseo de un orden mundial político y económico diferente, sino también por relaciones comerciales e intereses económicos comunes. Actualmente controlan el 23% de las exportaciones y el 19% de las importaciones mundiales. Con la llegada de nuevos miembros, estas cuotas crecerán aún más, un 4% y un 3% respectivamente. En 2022, la cuota de los Brics en el comercio de los nuevos miembros era del 38% del total, mientras que la de Europa y EEUU representaba conjuntamente el 20%.

De todos los Estados del Brics, China y Rusia fueron, junto con Sudáfrica, los que más presionaron a favor de la ampliación. Rusia está interesada en crear un contrapeso político a Occidente. A los chinos les interesa sobre todo establecer relaciones económicas entre los países miembros de la organización ampliada, con el objetivo de neutralizar la política estadounidense de «contención» y perseguir su propia agenda. Por otra parte, los proyectos de ampliación suscitan rechazo y recelo entre los propios Brics, especialmente por parte de India, rival de China. Antes de la cumbre de Sudáfrica, un conocido periodista indio, Palki Sharma, llegó a preguntarse si India no debería abandonar los Brics.

El periódico suizo Neue Zürcher Zeitung escribía que el «cosmos Brics» gira principalmente en torno a China: «La ampliación del grupo Brics a seis Estados más, entre ellos Arabia Saudí e Irán favorece sobre todo a Pekín. Y esto reduce la influencia de las democracias en este grupo cada vez más diverso de países emergentes». El periódico alemán Handelsblatt también opina que la expansión de los Brics es ventajosa para China, siempre interesada en ser un contrapeso de Occidente. India y Brasil son menos entusiastas.

El Presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, teme que con una ampliación del grupo original la influencia de Brasil se reduzca aún más. Lo mismo piensan en India, y la presencia del Presidente Narendra Modi en la cumbre de Sudáfrica fue incierta hasta el final.

Por otro lado, la ausencia de Xi Jinping y del presidente ruso Putin en la cumbre del G20 en Nueva Delhi es una señal de que China y Rusia están de acuerdo en que ven una alternativa al G20 en la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y sobre todo en los Brics; y está claro que sin China, el G20 perdería importancia. Al parecer China también ha llegado a la conclusión de que cualquier compromiso y negociación con las potencias occidentales carece de sentido, porque han demostrado ser incapaces de abandonar sus posturas intransigentes. China, sin embargo, no puede ignorar los intereses indios, pues de lo contrario todo el proyecto Brics correría el riesgo de derrumbarse.

Así pues, todo el futuro de la agrupación depende de las relaciones entre los dos mayores países miembros. De hecho, demográficamente, India ya ha superado a China y, económicamente hablando, es cada vez más importante. Si China quiere convertirse en la voz del «resto» del mundo, no podrá hacerlo sin cooperar con India.

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