Voces del Periodista Diario

Del odio de clase al odio de género

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Con tanto kilometraje acumulado a bordo del Metro de la Ciudad de México, uno llega a familiarizarse por mero contacto visual, hasta por actividad y destino, con otros viajeros frecuentes.

En los últimos meses, sin embargo, hemos visto migrar a esos usuarios al transporte de superficie. En los andenes y trenes del Sistema de Transporte Colectivo del Metro se teme a un potencial riesgo: La incitación contra los varones, en reclamo de trato exclusivo a un sector de votantes citadinos, con una excusa válida, pero irresponsablemente generalizada.

Se trata de una agresiva campaña de odio, pero invertida. Ahí están los carteles engomados en vagones y en carteleras reservadas a la publicidad comercial. Cambio de página.

Días de marzo que señalan la anunciación de la primavera cívica

Por cierta vocación personal, somos fieles al Santoral republicano, pero en especial ponemos atención a los días de anunciación de la primavera cívica.

En marzo nos programamos para la segunda quincena en el tramo evocativo del 18, de conmemoración de la Expropiación Petrolera, del 21, de celebración del natalicio de don Benito Juárez. El 19 es de luto por las muertes del general Gabriel Leyva Velázquez y del pensador tuxpeño, don Jesús Reyes Heroles. El 23, por el asesinato de Luis Donaldo Colosio.

De la Expropiación Petrolera de 1938, tenemos presente la sublevación armada del potosino Saturnino Cedillo contra la presidencia del general Lázaro Cárdenas, quien, in situ, derrotó el levantamiento con los mismos medios.

El Divisionario de Jiquilpan enfrenta la provocación empresarial

Pero, del general Cárdenas, de otro año es la memoria: 1936. El divisionario de Jiquilpan se enfrentó a la resistencia del empresariado de Monterrey, opuesto a la política social del régimen.

De aquel expediente -no se le puede llamar mero episodio- posteriores reflexiones se condensan en dos interpretaciones: 1) Sólo en una institución como la Presidencia -de la República- pueden converger el poder, la representación y la legitimidad necesarias para garantizar un predominio político y social duradero.

2) La supremacía del Estado frente a los capitalistas privados, es una tarea permanente, imperativo del desarrollo nacional. (Manuel Camacho +).

Del Pacto Obrero Campesino a la fallida Sociedad igualitaria

Salto de calidad medio siglo después, días del espejismo petrolero y de aprender a administrar la abundancia. A los meses de la Gran Reforma Política (1977-1978), la clase trabajadora se convocó a tomar el sitio en la distribución de la renta nacional.

La Confederación de Trabajadores de México (CTM) realizó su congreso nacional en reclamo de la Reforma Económica Integral. La secundó la Confederación Nacional Campesina (CNC) en el mismo objetivo. Se perfiló el Pacto Obrero-Campesino para reivindicar los Derechos Sociales del Pueblo Mexicano.

En su campaña presidencial 1981-1982, el candidato del PRI, Miguel de la Madrid postuló la Sociedad igualitaria. Se quedó en el tintero. Un sexenio después, se adoptó otra forma de “gobierno”: Ni los veo, ni los oigo. Sobre esto es el tema de esta entrega con el habitual ejercicio memorioso.

Convivencia entre factores de la producción, sin odio de clase

Después del sexenio cardenista, en nuestras mocedades reporteriles en los estados del noroeste, Sinaloa y Sonora, observamos una forma de convivencia laboral -más que obrero-patronal- entre los factores de la producción. Latifundistas contemporizando con los campesinos; capitanes de la empresa pesquera en contacto casi filial con los obreros del mar y, en el sector siderúrgico, un trato casi evangélico. Era un signo característico, por ejemplo, de los industriales nacionalistas.

Reproducimos ese cuadro, porque en él no percibimos lo que desde otras troneras se advertía como odio de clases. En todo caso, lo atestiguamos más tarde, la resistencia de los capitalistas privados era contra el Estado interventor.

Fue hasta la implantación del modelo neoliberal, cuando el sector patronal sacó a la luz el espantajo de la lucha de clases, tratando de exorcizarlo con una nueva cultura laboral en la que el movimiento sindical se subordinara a la nueva concepción del crecimiento económico. No más desarrollo compartido.

Pugnaz obsesión por silenciar las voces de Los de abjo

Otro medio siglo en nuestro curso: Con la táctica de, ni los veo, ni los oigo, se ha pretendido que las voces de Los de abajo sean silenciadas.

Nos concentramos específicamente en la sociedad rural mexicana, donde la propiedad social de la tierra endosada al ejido y, con especial encono contra la gestión comunal del territorio nacional, son conculcadas por sistema y por el sistema.

Hoy por la mañana precisamente, ondas radiofónicas metropolitanas nos remiten hasta el estado de Colima, donde núcleos agrarios tienen casi 50 años de lucha por la defensa de sus derechos en la zona minera de Peña Colorada, donde opera un consorcio denominado irónicamente Benito Juárez, que representa capitales de la India, Italia y Argentina, y alguna porción nacional, que explotan los mayores yacimientos de hierro de la República.

Dato ocasional, sin embargo, se torna estructural cuando, desde la Ciudad de México o in situ, asistimos en el día a día al clamor de asambleas y representaciones de pueblos originarios y ejidales que, tercos en la vía pacífica, aspiran a ser escuchados en el planteamiento de los conflictos, provocados por las trasnacionales de la minería, que, por la vía violenta, han establecido sus intocables feudos en casi la mitad del territorio nacional.

El eterno girar en torno a la noria burocrática neoliberal

En el Centro Histórico de la Ciudad de México y en las sedes de algunas secretarías de Estado, hemos acompañado frecuentes movilizaciones de indígenas y campesinos que, desde hace más de cuatro décadas, le siguen dando vueltas a la noria burocrática neoliberal, recibiendo la callada por respuesta.

Sospechamos que esos manifestantes han equivocado sus métodos de combate: Han querido que sus demandas sean atendidas mediante el diálogo civilizatorio, en vez de llevar sus ardientes antorchas, sus sopletes y sus envases de spray hasta los muros de Palacio Nacional.

Otros movimientos apelan a esos salvajes recursos y no sólo son arropados por la tolerancia, sino estimulados a la continuidad y la ampliación de sus acciones.

Estado contemplativo frente a sembradores de odio

Hasta hace poco, desde ciertos círculos donde se construye opinión pública, se denunciaba a los sembradores de odio. Los veían en la acera de enfrente y exigían toda la fuerza del Estado para exterminarlos.

Hoy no es como antes: Aquellos sedicentes líderes de opinión se gratifican ahora viendo las teas quemantes que circulan por la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México. Ahí se observa un Estado contemplativo. Como cambian los tiempos. Es cuanto.    

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