Ruta México
Por Álvaro Aragón Ayala
México tiene una red de 12 Tratados de Libre Comercio con 42 países, 32 acuerdos para la protección recíproca de inversiones y 9 acuerdos de complementación económica.
Hablamos en total de 83 instrumentos que hacen del gobierno mexicano uno de los más afamados abajofirmante, teóricamente mejor blindados en el universo de la globalización.
¿Qué es, entonces, lo que hace a México parecer tan indefenso frente a uno sólo de sus socios comerciales?
La explicación es que, con solo y vulnerable un fanal unidireccional, México depende en más de 82 por ciento del mercado de exportación hacia los Estados Unidos. Con esto está dicho todo.
Es el caso que un alto porcentaje de esas exportaciones son de productos importados de los Estados Unidos, que en las plantas maquiladoras solamente se ensamblan con baja o relativa aportación de componentes nacionales.
Con el T-EMC México queda “a la buena de Dios”
La indefensión se profundizará ahora que México acaba de firmar y el Senado de ratificar el T-MEC, a sabiendas de que a Donald Trump le vale la Organización Mundial de Comercio (OMC), único árbitro al que México insiste apelar en casos de controversia.
La disparidad en el sector Comercio Exterior mexicano se confirma cuando, en el primer bimestre de 2019, México ha importado más de 72 mil millones de dólares, contra 67 mil millones de exportaciones. El déficit es visible.
Para efectos de esta entrega, apartamos el capítulo de alimentos y bebidas que se exportan a los Estados Unidos. En el primer caso, se trata de la producción agropecuaria y pesquera nacional.
Es preciso subrayar el sector primario de la economía mexicana en el que se inscriben esas actividades productivas. Por dos razones: 1) Es recurrente que, por sistema, los Estados Unidos castiguen con embargos las importaciones de México, según el interés estacional de sus propios productores, y2) Trump acaba de revelar que, en la firma del T-EMC, el gobierno mexicano se acaba de comprometer a comprar mayores cuotas de productos agropecuarios.
17 estados litorales mexicanos expuestos al riesgo
Ilustramos esa problemática con la dependencia exportadora de la economía de Sinaloa. Hasta no hace mucho tiempo, el gobierno estadunidense vetó repetidamente la importación de atún y otras especies marinas, alegando violación de normas en el uso de redes de captura, afectando a otras especies pretendidamente protegidas.
En otros casos, se ha bloqueado la importación de otros productos agropecuarios, esgrimiendo reglas fitosanitarias. Ahora mismo, el tomate sinaloense ha sido sujeto recientemente a más altos aranceles.
No es un asunto menor el problema. Anualmente, Sinaloa capta 3, 660 millones de dólares por exportación de productos agropecuarios y pesqueros, cuyo valor impacta el Producto Interno Bruto estatal y son componentes de la participación en el PIB nacional, en que el estado figura en el lugar 16 con 2.3 por ciento del total.
En ese sector participan casi 600 empresas que dan empleo directo formal a más de 500 mil trabajadores y otros tantos indirectamente en otras actividades relacionadas.
El riesgo de los latentes perjuicios por las amenazas de Trump se dimensiona si tomamos en cuenta que México tiene 17 estados litorales dedicados a la industria pesquera y de ellos, Sinaloa, Sonora y Baja California, principalmente, sustentan sus economías en producción y exportación de legumbres y hortalizas, entre las que destaca precisamente el tomate, ahora más gravado por los Estados Unidos.
Por donde quiera que se vea, la atrabancada campaña electoral del Presidente republicano tiene efecto chuza en toda la economía mexicana, no sólo en la maquiladora y anexas.