Por Abraham García Ibarra
Si uno traza el triangulo del mal -para decirlo en términos reaganianos– de Washington a Madrid, de Madrid a Buenos Aires y de Buenos Aires a la Casa Blanca -pasando por Barcelona, Brasilia y Tegucigalpa-, uno encuentra una mojonera común: El fascismo está de regreso.
Nada de lo que es político nos es ajeno. Pero nuestra patria grande es América Latina.
Desde Santiago de Chile opera una agencia de investigación que pulsa el humor de los ciudadanos de la región y anualmente emite su diagnóstico. Se llama Latinobarómetro.
Mejor una dictadura que una “democracia” falaz
Desde hace al menos una década, esa institución ha concluido que en América Latina hay desencanto con la democracia e inclinaciones por la opción de una dictadura que dé lo que la democracia representativa no da: Estabilidad política -aunque sea a la fuerza-, y justicia socioeconómica.
En 2016 se le dio este matiz: Un gobierno no democrático, pero que resuelva los problemas. El consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) Lorenzo Córdova Vianello subió a las redes sociales esa barbaridad. Algunos de sus seguidores escribieron: Me gusta.
Hace unos días, Córdova recurrió de nuevo a la fuente citada y se refirió a las respuestas de los consultados: El nivel de desconfianza en el sistema electoral en América es alarmante, pero en México es preocupante: La confianza en el sistema electoral ha caído de 48 por ciento a 38 por ciento: Diez puntos porcentuales.
En realidad, otras encuestadoras domésticas colocan ese indicador todavía más abajo, pero que en aquel punto lo ponga el árbitro electoral federal, es para tomarlo muy en serio.
Ya cuando se daba la transición del Instituto Federal Electoral (IFE) a INE, se reconocía por los propios consejeros que la credibilidad de la máxima autoridad administrativa en esa materia empezaba a andar por los suelos, y en el tobogán se deslizaban también los magistrados electorales federales.
Las elecciones del pasado 4 de junio, particularmente en los estados de México y Coahuila, confirmaron la tendencia.
El INE: Espectáculo de rapaces
Tope el nivel de desconfianza popular en que se mueven los consejeros electorales federales, éstos ven la tempestad y no se arrodillan. En cuanto tocan sus privilegios, caen en una actitud de pugnacidad casi infantiloide.
En febrero de 2015, sometieron “a huelga” al Consejo General, representantes de siete partidos que acusaron a los consejeros de parcialidad en favor del PRI y su aliado El verde. No les faltaba razón.
Hace unos días, sin embargo, la causal del paro fue otra: Los consejeros castigaron a los representantes de los partidos y del Poder Legislativo con la cancelación de una subvención de unos 55 millones de pesos, privándolos de confort y personal.
Los representantes acusaron a la Secretaría Ejecutiva del INE de represalias porque la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados redujo al instituto de 800 millones de pesos de su asignación para 2018. Córdova les replicó a los “huelguistas”: ¿Que hicieron ustedes para resolver el problema? Asunto, pues, de cuentachiles.
Cambio de página para otra dimensión.
Futuros “líderes de opinión”: La ley del menor esfuerzo
La primera semana de diciembre, la revista semanaria Forma y Fondo, que encarta en su edición dominical el diario Reforma, presentó una entrevista a Claudia Benassini, acreditada por una trayectoria docente de 35 años de estudio de la Comunicación en México.
Cuando se le plantea que las redes sociales son utilizadas para estrategias de propaganda y desinformación, la entrevistada acota: Para que las noticias falsas funcionen, se requiere gente mal informada. Aquí en México pegan muchísimo.
(“La gente mal informada es mayoría”). Benassini: Ciertamente, es gente que no ha tenido mucha relación con los periódicos. La gran diferencia entre los alumnos de ahora y los de antes es la relación que tenían con los medios; hoy no tienen ninguna…
Siempre les digo que lean, aunque sea la sección de deportes, porque a lo mejor así pueden regresar a la primera plana a ver qué hay. ¡No leen! Están a expensas de informarse a través de las redes sociales. Hasta aquí la entrevistada.
Si eso ocurre con los estudiantes de Comunicación, los futuros líderes de opinión, ¿qué esperar de la gente del llano, la receptora de los mensajes que se emiten desde el poder?
¿Para qué la Comunicación Política? Bastan el soliloquio y el spot
Aquí hemos señalado tercamente que el abandono de la Comunicación Política y de la Comunicación Social ha incidido en el ejercicio de inanes soliloquios que, tanto los detentadores del Poder Ejecutivo como los del Legislativo, practican ante audiencias cautivas, invariablemente formada por burócratas subordinados.
Particularmente los medios electrónicos reproducen esos soliloquios y, no satisfechos, todavía arrancan a los oradores repeticiones en entrevistas banqueteras. ¡Hasta el hartazgo!
Peor aún: En la divulgación de discursos y mensajes “especiales” se intercalan los infaltables spots. Cuando se trata de partidos o candidatos en campaña, este recurso es empleado para insultar y denostar al adversario.
Sólo excepcionalmente, el Instituto Nacional Electoral o el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordenan el retiro de ese material detestable.
¡60 millones de spots! Un despropósito
Aquí volvemos al tema de las elecciones generales de 2018. El INE programó e hizo el reparto entre los partidos nacionales de casi 60 millones de spot para el periodo previo y para la campaña constitucional. El doble que en las elecciones federales intermedias de 2015.
Tan nocivos son los mensajes de twitter como los spots. Su estrechez y su instantaneidad no permiten a sus “redactores” explayarse más allá de los agresivos adjetivos calificativos. Evidentemente, ni lo desean, porque una intención conceptual no está en su presupuesto mental.
Un doble y agraviante resultado: Ese despilfarro en el uso de tiempos aire del Estado, encarece aun más el costo de las elecciones y la gente prefiere las programaciones electrónicas donde no quede atrapada en esas monsergas.
¡Qué le vamos a hacer! Los legisladores y los árbitros electorales creen que se puede llegar a la democracia por el aturdimiento. Si el genial Goebbels viviera en estos días, su talento le permitiría buscar otras formas más creativas y productivas de comunicación y convencimiento.
Pero nuestra “democracia” es de Tercer Mundo. Por eso la raza preferiría una dictadura confesa. Sabría a qué atenerse. Es cuanto.