Voces del Periodista Diario

La graciosa huida de un canalla.

Por Rodolfo Ondarza Rovira

El miedo no anda en burro, no podría decir que la causa fue sentido de culpabilidad, porque entre los psicópatas no existe, y entre los narcisistas malignos y sociópatas es algo no desarrollado.

No podía esperarse otra cosa, sino algo ridículo, huir por un citatorio de la Fiscalía General de la República (FGR). Ricardo Anaya intenta escapar a la ley, y con este hecho hace parecer más que probable su culpabilidad dado que precisamente el citatorio hace que no se encuentre en un estado de indefensión, se sigue el debido proceso, contrario a lo que afirma, es en este momento donde puede probar plenamente su inocencia, si es que lo fuera.

Con su graciosa huida demuestra que no cree en el sistema jurídico, el mismo que crearon los neoliberales, el mismo con el que han quedado en impunidad la inmensa mayoría de los delitos y crímenes que enfrenta cotidianamente la sociedad y con el que han avalado el saqueo de la nación.

Ha recibido un citatorio de la FGR para presentarse a una audiencia en las instalaciones del Reclusorio Norte, esto es así porque ahí están los juzgados que tratan su asunto, no porque le vayan a ofrecer posada a priori.

Lo que se desprende de su conducta es que cualquiera que tenga dinero, contactos y poder, puede darse a la fuga evadiendo sus responsabilidades.

Si Ricardo Anaya fuera inocente, siendo un personaje público, político, y teniendo a la mano los medios (radio, prensa, televisión) tradicionales de la oposición, ávidos de publicar sus pruebas de inocencia, se presentaría tranquilamente al citatorio. Si lo no hace es porque no existen esas pruebas que los medios pudieran difundir para atacar al gobierno de nuestro mandatario Andrés Manuel López Obrador.

Con su graciosa huida Anaya cree estar por encima de la ley, se burla de la justicia y del pueblo de México, sigue así la ruta de diversos delincuentes actualmente prófugos de la justicia. Elige el esconderse, mentir y calumniar.

Según los propios cálculos de Anaya le podría corresponder una pena de 30 años de prisión por los cargos que se le imputan.

Es una evidente cortina de humo el decir que se trata de una persecución política. El fondo es asociación delictuosa, lavado de dinero y cohecho. Fueron alrededor de 100 millones de pesos los desviados para el pago a legisladores panistas para sobornarlos para la aprobación de la Reforma Energética del 2013, esto derivado de una denuncia presentada ya en 2018, y también parte de la denuncia que Emilio Lozoya Austin presentó en el 2020 ante la FGR, donde Anaya es acusado de recibir sobornos del exdirector de PEMEX en el sexenio pasado, Lozoya Austin, acusación confirmada por Rafael Caraveo, exsecretario particular del exsenador panista Jorge Luis Lavalle, quien se encuentra preso precisamente en el mismo Reclusorio Norte.
Poniendo sus barbas a remojar por estos mismos hechos se encuentran los gobernadores panistas de Tamaulipas y Querétaro, así como otros exlegisladores panistas.

Han salido a la defensa de Ricardo Anaya otros de sus compañeros de manicomio, como Margarita Zavala, Vicente Fox, y por supuesto el jefe Diego a despotricar, desgarrarse las vestiduras, y a defender su corrupción, un acto teatral vergonzoso y lastimero. Todos ellos creyendo en su imaginario que aún tienen candidato para el 2024.

En un sobrio momento, o quizás no, Felipe Calderón define en 2018 a Anaya como “demagogo o ignorante”. Ese mismo año el exlegislador, también panista, Ernesto Cordero lo denunció ante la entonces Procuraduría General de la República por lavado de dinero y tráfico de influencias, cabe recordar que Cordero ha sido igualmente implicado en estos tristemente célebres sobornos de la Reforma Energética.

El colmo del cinismo de Anaya lo encontramos en sus declaraciones en redes sociales al compararse a Juárez, Madero, Melchor Ocampo, a los hermanos Flores Magón, o Vasconcelos, cuando ninguno de estos notables mexicanos fue acusado de traicionar al pueblo, a México, ni de actos delictivos equiparables a aquellos de los que presuntamente es responsable Anaya, con ello no hace sino confirmar su sociopatía.

El neoliberalismo ha tocado fondo, el pueblo tiene sed de justicia.

*Rodolfo Ondarza. Neurocirujano. Activista en la defensa de DDHH. Presidente de la Comisión de Salud durante la VI Legislatura de la ALDF.

Articulos relacionados

EL “BARBACOGATE” DE SUSANA ÁNGELES

Voces Diario

¡Ah, qué duendes! 

Voces Diario

No hay tercera vía: O mercado o Estado

Editor Web