Voces del Periodista Diario

Las infernales máquinas de hacer dinero

Sinfonía Telúrica

Por Abraham García Ibarra

Como mera evocación, podríamos nombrar a Eugenio Sue sólo para procurar en alguna librería de viejo su obra Los misterios de París, en cuyas páginas se pintan los secretos de los bajos fondos de la Ciudad Lux. Por estos días, el coronavirus está levantando muchas fétidas costras de nuestra realidad socioeconómica.

El título de esta entrega no aplica concretamente a los Cresos, cuyo rapaz instinto de acumulación no se compadece de la situación de más de 70 millones de mexicanos, cuya mayoría busca su subsistencia en la economía informal, mejor llamada por los especialistas economía negra. Eso se da por descontado.

En realidad, la cabeza de esta sección se refiere a las  Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores) como máquinas de hacer dinero, tema no tan lejano de un publicista financiero, haciendo abstracción de que los recursos dinerarios que gestionan esos entes privados  son capital propiedad de la masa laboral empleada; esto es, de los trabajadores en activo a los que religiosamente sus patrones les descuentan su aportación, aunque no pocos retenedores no las enteren al Servicio de Administración Tributaria (SAT).

El número de cotizantes a las Afore es variable, según la estabilidad en el empleo, un signo no siempre acreditado  en nuestro mercado de trabajo, pero podría fluctuar entre 55 y 60 millones, si uno se atiene al padrón de cuentas individuales instituidas una vez que el sistema solidario en materia de Seguridad Social fue atacado en 1997 por nuestros tecnócratas neoliberales.

El más importante y transparente inversionista institucional

Aunque, según representaciones no charras de la clase trabajadora organizada, denuncian con frecuencia que un alto porcentaje de los titulares de las credenciales individuales no recibe con oportunidad sus estados de cuenta, los gestores de los fondos para el retiro no tienen reparo en asegurar que las Afores son modelo de las mejores prácticas de financiamiento, transparencia, revelación de información. Son, pues, el inversionista institucional más importante del país. (Por supuesto, no puede faltar el dato de su participación  en el Producto Interno Bruto. Hoy, ¿14-15 por ciento?)

Si nuestros apuntes no están equivocados, podríamos asegurar que ese espeso y exquisito merengue fue preparado en víspera de una convención nacional de administradores por el director general en turno de la asociación (Amafore), Carlos Noriega Curtis.

Si la lectura ahora del directorio de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público es correcta, nos parece ver ese mismo nombre en la titularidad de la Unidad de Seguros y Pensiones. Nuestra consabida advertencia, el banco de sangre en manos de Drácula.

Los que, siempre, se levantan con el santo y la limosna

A estas alturas, en tanto no se suspende el cobro de las cuotas para el retiro, se estima que las Afore tienen acumulados más de 4 billones de pesos por aportaciones de trabajadores y empleados.

Conforme el esquema que ha caracterizado las operaciones del “inversionista más importante del país”, entre el gobierno y empresa nacional se despachan alrededor del 75 por ciento del total acumulado (deuda a largo plazo); pastel de cuyo gozo no son ajenos la Banca de Desarrollo ni corporativos extranjeros que se llevan un jugoso pilón.

En un desagregado, se pueden encontrar las denominaciones de las empresas “productivas” del Estado, Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE), ambas financieramente naufragantes.

Por supuesto, las gacetillas ponen en el acento en el financiamiento de grandes proyectos de infraestructura para el desarrollo: Verbigracia, el cancelado Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), obra faraónica soñada por Enrique Peña Nieto.

Más de 80 mil millones a fondo perdido, más lo que se acumule

En el registro histórico de las locas sacudidas de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), pongamos por periodo desde 2008-2009, vemos el estremecimiento de las acciones de los principales jugadores, que lo son por voluntad e interés propios. Pero, para ilustrar nuestro optimismo, invariablemente se coloca en la lista de perdedores a los fondos de retiro de los trabajadores. El boletín de rigor, siempre habla de minusvalías.

En lo que va de la crisis por el Covid-19 y la especulación con los precios internacionales del petróleo, según estimaciones de las últimas horas, los minusválidos fondos han acumulado pérdidas del orden de 80 mil millones de pesos, más los que se acumulen en los próximos meses.

La terquedad editorial no puede faltar: Socialización de las pérdidas; privatización de las ganancias. La noticia que nunca leeremos o escucharemos, es el anuncio de que las Afore suspenderán el cobro de sus onerosas comisiones; o al menos de aplazarlo. Las Afore no son damas de la caridad. Es cuanto.

Articulos relacionados

Sucesión presidencial 2018: La caja de Pandora

Redacción Voces del Periodista

Le Figaro: El apoyo militar a Ucrania está agotando las reservas de municiones de Francia

Voces Diario

ESFERA HUMANA

Redacción Voces del Periodista