Voces del Periodista Diario

Lo que no está en la agenda del cambio

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Existen asignaturas de elevado rango humano que, en horas de definición histórica, son reducidas a mero tópico, despojándolas de su naturaleza de idea-fuerza.

Una de esas ideas palpita en el corazón de la cultura en todas sus dimensiones -de bastedad y calado-, y está en el centro del proceso de comunicación de masas, cada vez más intenso y generalizado en virtud de los hallazgos tecnológicos.

Para conceder a la obviedad, sobre cualquier forma de comunicación prima la palabra: Buda sostenía que, el que no conoce la fuerza de la palabra, no conoce la fuerza del hombre.

El filósofo don José Ortega y Gasset prevenía que la palabra, es un sacramento de delicada administración.

“Se acaba la decencia de la palabra”

El pasado fin de semana, en la sección del Correo Ilustrado, de La Jornada, nos conmovió una carta firmada por Susana Velázquez, bajo el rubro Se acaba la decencia en la palabra.

Plantea la citada corresponsal que hoy la escuela enfrenta una enorme tarea educadora. ¿Cómo podrá educar, si el ámbito que la rodea se ha degenerado hasta el último grado en la forma de hablar de los mexicanos?

¿Cómo se puede educar a los niños y jóvenes si en su entorno: En su casa, en la calle e, incluso, en la radio y en la televisión, hay locutores que emplean los más vulgares vocablos con desfachatez, sin vergüenza alguna?

He ahí una tarea a revisar, primero, por la Secretaría de Educación Pública, y paralelamente, por la autoridad que regula y vigila funcionamiento y contenidos de los medios de comunicación electrónica concesionados.

¿Una incitación a la censura? No es la cuestión: En los títulos de concesión, los propios usufructuarios se comprometen a respetar los lineamientos que dicta la norma, en cuyo caso es la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC/ SG) la responsable de hacerlos valer.

“Los nuevos inquisidores”

El mismo fin de semana y en el mismo diario, leímos un ensayo debido a Vilma Fuentes, Los nuevos inquisidores: La tiranía de la política correcta avanza a paso acelerado. Política conforme y uniforme: Del cuerpo y del alma.

Ya no se trata de simples herejías condenadas por la Inquisición cuando los incrédulos eran quemados en una buena hoguera. Brujas y poseídos eran torturados para obligarlos a confesar sus crímenes y salvar sus almas gracias a la purificación del fuego.

Acota Fuentes: En la pregunta misma está la respuesta esperada: “El interrogatorio no tiene otra meta que la de escuchar del supliciado la confesión dictada por ese mismo interrogatorio.

La autora hace un compendio de las grandes obras censuradas a lo largo de los siglos hasta llegar ahora a expurgar cualquier palabra o frase que pudiese herir la sensibilidad de un ciego, un sordo, un paralítico, un gordo, los miembros de una cualquiera minoría, racial, sexual, trabadora u otra. Se acude a un los eufemismos y si no se encuentra, se procede a la supresión de la palabra.

Se empobrece y se castra el lenguaje, se censura cualquier pensamiento original, se prohíbe pensar lo que no entra en la dictadura perfecta y correcta. Concluye la escritora: Por fortuna, censurar una palabra no hace desaparecer una idea.

Entre el libertinaje y la tentación del pensamiento único

En ambos textos extractados se dan los dos polos de la preocupación que convergen en el derecho a la Libertad de Expresión. De un lado, el libertinaje hecho licencia en el proceso de comunicación social; del otro, la tentación de implantar el pensamiento único.

En el México de nuestros días, el deseable equilibrio se fractura en favor de quienes pretenden contar con el título de intocables. A decir verdad, en el tímido debate no están presentes ni la sociedad civil ni las audiencias que esperan ilustración en las emisiones o impresos puestos en el mercado convencional.

Particularmente en las campañas electorales de 2018, nos enfrentamos a un espectro latente desde hace más de una década en México: La irrupción de las redes sociales que ganaron preferencias en la atención de sus seguidores por encima de los medios tradicionales.

Sobre ese aspecto específico, nos parece pertinente apuntar un fenómeno ya detectado por instituciones de siquiatría, que concluyen que una temprana e incontrolada exposición a la Internet y a los aparatos celulares, está incrementando los síndromes de enfermedades mentales conforme avanza la edad de sus usuarios, que terminan en una adicción difícil de tratar.

Culturalmente, tenemos un estudio que denuncia los impactos de las redes sociales: El Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación en la Ciudad de México, denuncia la incitación al odio en esos medios.

La presidenta del Consejo, Jacqueline L’Hoist acusa que los mensajes al través de las redes evidencian el estigma y los prejuicios en torno al color de la piel,, el tema de género, pero también está endureciéndose cada vez más el tema clasista y racista.

Es algo que no puede echarse en saco roto en días en que se habla de cambio.

Tecnología cada vez más capturada por el marketing

Encontramos en nuestras lecturas de fines de semana diversas investigaciones que giran sobre el proceso de comunicación social y denuncian las técnicas de manipulación de la información, a fin de mantener a la población en un estado de subordinación hacia los poderes establecidos.

Uno de esos textos advierte que nos hemos tragado el slogan de que somos libres porque vivimos en democracia y tenemos un alto grado de tecnología: Una democracia que no es democrática y una tecnología cada vez más capturada por el marketing.

La manipulación se funda en el relativismo, la banalización de la vida humana y el secuestro del lenguaje. Este último recurso pervierte el carácter y lo convierte en ilusionismo destinado a provocar falsas percepciones en todos los ámbitos de la realidad.

Lo vulgar y lo grosero no son privativos de clase

La imprecisión y la ambigüedad del lenguaje actual, que adultera el significado de las palabras clave para la vida humana, no es una mera moda, sino un síndrome de nuestro tiempo y crea un clima propicio a toda suerte de manipulaciones, puesto que es en la confusión mental donde el manipulador se mueve a sus anchas.

Volvemos a nuestro imprescindible Ortega y Gasset: Un pueblo privado de libertad interior regresa fácilmente a estadios de primitivismo y barbarie, con un cultivo abierto por lo vulgar y grosero, aunque disfrute de un alto grado de bienestar.

¿Encaja el análisis en las horas presentes en que México está sumido en la incertidumbre, el miedo, la ansiedad colectiva y la desesperanza? La respuesta es evidente. Es cuanto.

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