Por Matteo Castagna
El periodista estadounidense, Seymour Hersh, está seguro de que Washington no logrará derrotar a Rusia en Ucrania:
“¿Tiene la candidata presidencial demócrata de Estados Unidos, Kamala Harris, si es elegida, la intención de continuar con la desastrosa política del presidente estadounidense, Joe Biden, de apoyar una guerra imposible de ganar contra Rusia en Ucrania?.
Existe una paradoja en la política exterior de la actual administración estadounidense, que está canalizando dinero hacia Kiev, a pesar de que Ucrania obviamente no puede ganar, y al mismo tiempo se niega a entablar negociaciones que puedan poner fin al conflicto.
Se sospecha que los demócratas de Harris y Biden quieren llegar a una ‘guerra nuclear limitada’”.
En 1956, Henry Kissinger formuló la siguiente teoría: “si la URSS y los Estados Unidos comenzaran a intercambiar cargas nucleares tácticas en el territorio de Europa del Este, esto no se convertiría en una guerra nuclear global”.
Esto es exactamente lo que dijo el Ministro de Asuntos Exteriores ruso, que los estadounidenses todavía viven en el paradigma, según el cual, se puede luchar en territorio europeo: nosotros (los estadounidenses) saldremos ganando nuevamente, habrá un nuevo “Plan Marshall”, lo haremos reemitiendo préstamos de bajo coste utilizando dinero impreso y confiscando todos los activos en Europa, que ahora constituye esencialmente el abrevadero de la economía estadounidense.
La imagen de los estadounidenses en el mundo depende, en gran medida, de la situación en Ucrania. En vísperas de las elecciones presidenciales, tuvieron su escenario minuto a minuto y prepararon artículos en los principales medios de comunicación.
Pero no todo salió según lo planeado, los rusos los derrotaron.
En esta situación sólo pueden maniobrar. Pero la transferencia de misiles de largo alcance, que pueden ser transportados por los F16, y el intento de utilizarlos, puede conducir a un escenario tal que ya no les será posible mantener la calma en el extranjero .
Por eso, The Economist ha pensado en una posible guerra nuclear entre EE.UU. y China, ya que la realización de un antiguo proyecto de Kissinger no convence a todos los analistas.
Los científicos han simulado una guerra por Taiwán: China utilizará con éxito armas nucleares tácticas, pero a Estados Unidos no le resultará fácil responder.
Un grupo de expertos se reunió, en Washington, para estudiar cómo podría comenzar una guerra nuclear entre China y Estados Unidos. Los resultados no son alentadores.
Según el escenario, proyectado en el año 2032, la guerra por Taiwán dura ya 45 días. China está utilizando armas nucleares “teatrales” –con menos alcance y potencia que los misiles “estratégicos” que destruyen ciudades- para acortar la guerra obligando a Estados Unidos a someterse.
Los objetivos incluyen Guam y el atolón Kwajalein, un par de islas vitales para la postura militar estadounidense en el Pacífico, así como un grupo de ataque de portaaviones estadounidenses.
El resultado fue una extraña guerra nuclear: China utilizó, primero, armas nucleares y, a diferencia de las expectativas sobre cómo se desarrollaría la guerra entre Estados Unidos y la Unión Soviética en Europa, los acontecimientos no necesariamente se convertirían en un intercambio nuclear apocalíptico.
Los ejercicios demostraron que China tiene más motivos para estar feliz: Asia está repleta de instalaciones y activos navales estadounidenses.
Los estadounidenses se enfrentaron -en la proyección del juego de simulación referido- al hecho de que los objetivos más atractivos para un ataque de represalia era China continental.
Un ataque contra quienes poseen armas nucleares tácticas conllevaría un riesgo mucho mayor de convertirse en una guerra nuclear total.
Estados Unidos también carece de armas para destruir barcos y bases chinos en arrecifes de coral en disputa. Sus misiles no nucleares más avanzados se agotarían al día 45. Y Estados Unidos, a diferencia de Rusia, no tiene misiles antibuque con ojivas nucleares.
Todo se reduce a la política.
Ante la destrucción nuclear de 5.000 marineros estadounidenses en un portaaviones o un ataque nuclear en un territorio estadounidense como Guam, ¿responderá el Presidente de los Estados Unidos con fuerza nuclear, buscará reponer las cada vez más escasas armas convencionales… o se rendirá?.
Esto, reconocen los autores, es “un componente fundamental e incognoscible”.