RAZÓN, TESÓN Y CORAZÓN
Por Alejandro Ruíz Robles
LOS PARTICIPANTES.
En la vida siempre estamos ávidos de personas que nos dejen huella; ya sea por sus conocimientos, las experiencias vividas o bien, compartidas, el amor o la amistad que nos procuran, entre otros muchos motivos.
Para nadie la vida es simple, de ahí que busquemos hacer partícipes de ella a la gente que consideramos afín a nuestra forma de ser, ocupación, intereses o bien, áreas o afectos comunes.
Es probable que nunca alcancemos a medir el valor de la aportación en nuestro camino de cada persona que llega; sin embargo, el hecho de saberlos ahí y la semilla que dejan será un haz de luz que contribuirá a que no perdamos el camino.
Dar las gracias a los participantes es importante, pero podría ser desproporcionado en función de lo que cada uno de ellos nos ha aportado.
Las lágrimas y las risas que al andar nos encuentran, pueden o no ser abundantes, pero es indudable que al repartirlas entre quienes nos importan y para quienes somos importantes son un gran aliciente para saber que hemos venido a dejar huella para otros, entendiendo que también somos parte del andar de alguien más.
Es válido precisar que si bien la aritmética nos muestra que la suma de uno más uno siempre será dos; podríamos hacer valer que cuando dos voluntades se suman para una misma causa, lejos de tener dicho resultado aritmético su efecto es exponencial y en ese caso, si sólo éramos dos los que participamos de un sueño, tal unión puede provocar que sea un mundo el que viva de éste.
Y si de vivir se trata … ¿no crees que es mejor hacerlo con alguien a tu lado?
LA ELECCIÓN.
Para muchos el cuestionamiento es … ¿quién llegará a mi vida?
Y al respirar profundamente y buscar opciones de respuesta, encontramos que habrá quienes deseen a su lado a personas que cuenten con riqueza o recursos materiales; otros pedirán que sean personas famosas o populares y seguro que el resto sólo requerirá que sean seres serios, bien intencionados y honestos.
Una vez que sabes tus opciones, procederás a escoger a quien será de tu elección y en función de ello, harás lo posible por atraerle y agradarle no sólo para que acuda, sino para que permanezca a tu lado.
Desde luego, lo ideal sería que eligiéramos de manera consciente y acorde a quienes somos; no obstante, muchas elecciones no se dan así. Sin pretenderlo, las personas llegan a nosotros y nuestro trato habitual es el que los hace quedarse o alejarse.
Hay quien piensa con razón, que planear y disponer es sencillo cuando son objetos de los que disponemos y que la complicación se presenta cuando son seres vivientes con conductas e intereses propios.
De pequeño me enseñaron que, si un animalito se acerca a ti, es porque te percibe como un ser pacífico que no pretende hacerle daño y conforme le dispenses una caricia, seguramente la recibirás multiplicada. En ese contexto, si se acerca y lo atacas, o huye o te enfrenta será con la violencia que le hayas expuesto.
Si de ese actuar tan sencillo, obtenemos resultados con seres supuestamente inferiores; sería un principio de trato con un humano; sin embargo, hay que atender a que hay algunos de ellos que atacan por placer sin importar si existe o no motivo. Peor aún, hay quien trata a otros como sus mascotas, con lo deleznable que esto resulte.
Así las cosas y considerando que la vida es tan inesperada que podemos convertirla en una selva … ¿cómo estás dispuesto a andar por la jungla?
MI DECISIÓN.
Es válido esperar a que la vida nos dé opciones de quienes llegan a nosotros para elegir lo que nos convenga; en el entendido de la dificultad que ello puede ocasionar, toda vez que a veces no sabemos ni que queremos y dudamos acerca de lo que no queremos.
También hay momentos que tenemos que salir a buscar a esos seres especiales, ubicarlos, identificarlos y ya que los conocemos, mantener el contacto.
En ambos casos, asumimos que la respuesta está en otra persona … pero … ¿no sería mejor atender a quienes somos y lo que brindamos antes de buscar fuera?
Si en cada uno de nosotros está la riqueza de la persona que somos o cuando menos las expectativas del ser de valores y principios que pretendemos ser; hagamos todo por lograrlo, sin excusas ni pretextos.
En la medida que nos procuremos y consolidemos el ideal en que deseamos convertirnos, sentaremos las bases para ser atractivos a los demás.
No hay lugar a lamentos si nosotros mismos somos los que obstruimos nuestra grandeza y mucho menos, reprochar a otros por el nulo o mínimo esfuerzo individual realizado.
Si estamos dispuestos a ser la mejor versión de nosotros, no desperdiciemos el tiempo generando distracciones.
Además, no hay que perder de vista que en esos trabajos para edificar nuestro yo, la alegría debe hacerse presente y buscar en todo momento que el amor que intentamos brindar a otro empiece por ser destinado a nosotros mismos y de ahí, lo compartamos con aquellos que aparezcan.
Imaginemos por un momento que nuestra vida es como una película de esas que nos llenan de optimismo, energía y dejan un grato mensaje: ahora pensemos en que los actores que intervienen tienen un motivo para ello y sin importar su duración, suman un resultado positivo para el televidente. En ese contexto, tomemos así nuestra vida y disfrutémosla a plenitud, tanto en los momentos difíciles como en los felices.
Quizás no lo hagamos con palomitas ni golosinas, pero seguro que será lindo el espectáculo, el cual, al mostrarlo a otros, los llevará también a querer disfrutarlo.
Si la sonrisa provocada por la película de tu vida contagia … ¿no crees que ese será un atractivo especial para quien está cerca de ti?
CARISMA.
Si hay algo que he aprendido en mi camino, es lo agradable que puede ser el tener una sonrisa de plenitud en un rostro; su efecto invita a hacer lo mismo y más aún, no viene sola, sino que trae aparejada una alegría.
No hay invitación más linda a compartir un momento que la que es precedida por una sonrisa honesta y palabras amables; eso significa participar de un momento especial.
Ir por la vida con una sonrisa no significa burlarse de nadie ni de nada, no es ser bufón o cómico, ni mucho menos es un reto; simplemente es mostrarnos a nosotros satisfechos de quienes somos y con los deseos válidos de ser luz para quien esté a nuestro lado y así lo requiera.
La satisfacción mostrada es sin duda el mayor toque de elegancia que una persona puede tener en este mundo y como dijeran los mayores en nuestra niñez, es una inequívoca de que se puede lograr el paraíso en la tierra.
Si retomamos el tema de las películas, basta recordar que no hay mayor distinción para el personaje de James Bond, el personaje creado por Ian Fleming, que presentarse ante cualquiera con una sonrisa.
Y de ese ejemplo quizás convenga tomarlo y hacerlo parte de nuestros días.
No se trata de fingir muecas de alegría, se trata de iluminar con nuestros gestos de alegría la posible oscuridad de alguien que no la tenga e incluso, disipe la oscuridad o tristeza de sus días.
No hay maquillajes que desvanezcan una tristeza, pero si hay la posibilidad siempre de expresar lo más positivo que tenemos en nuestro corazón y, pese a las vicisitudes que enfrentemos, mostremos una sonrisa que nos lleve a decirnos a nosotros mismos: “todo estará bien”.
Cuando vamos al cine o prendemos la televisión tenemos la oportunidad de escoger la película atendiendo a su trama: drama, ficción, comedia, entre otros. ¿Por qué no hacerlo también así con nuestra actitud al despertar cada día?
Si en nosotros está la capacidad de atraer, cautivar e influir en las personas que nos rodean con nuestro carisma … ¿cuál es la razón para ocultar nuestra sonrisa?
En esta vida no hay certeza por saber quien estará a nuestro lado; sin embargo, si tenemos la seguridad de quien estará al lado de ellos … ¡UNA PERSONA PROPOSITIVA Y POR SIEMPRE … POSITIVA!
¿QUÉ TIPO DE SONRISA TE PONDRÁS EN LO QUE RESTA DE ESTE DÍA?
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Posdata: Gracias Juan Carlos Guerrero por esta postulación al “Reconocimiento Monarca” en la Ciudad de Los Ángeles.
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