Voces del Periodista Diario

Un humilde homenaje a Federico García Lorca

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Guerra, lo que se llama verdadera guerra civil, es la que desencadenó en España Francisco Franco después de perpetrar, en julio de 1936, el Golpe de Estado contra la República.

Pudiera cuestionarse Un millón de muertos en la pluma de José María Gironella. Menos cuestionable es la suma dada por varios historiadores que documentan el asesinato, después de concluida la guerra, de más de 50 mil civiles condenados en juicios sumarios por la dictadura franquista.

Desde las embajadas de México y Colombia en Madrid se percibieron los riesgos que corría la vida Federico García Lorca y le ofrecieron asilo. El Grande agradeció y declinó la oferta.

A un mes del golpe de Estado, García Lorca fue asesinado a campo traviesa por los sicarios del generalísimo. Entre otras, se le imputó una culpa: La de homosexual. Grave delito.

El “reino unido” de Felipe VI

Muerto el decrépito dictador, España -también conocida como Reino Unido– se dio una nueva Constitución por la que se proclama la Monarquía Parlamentaria. En España no cabe, en la práctica, la democracia participativa.

A la fecha, el “reino unido” de Felipe VI no es tal: Madrid ataca por sistema la vocación soberanista de sus propias provincias. Ahora mismo se juzga rabiosamente a los independentistas catalanes.

No es un dato de poca monta el anterior: Las itinerantes Cortes que hace dos siglos hicieron escala en Cádiz huyendo de la invasión napoleónica, en sus debates concluyeron que la soberanía reside esencialmente en la Nación.

De ese principio siguió que, en los países que se independizaron de España en la primera mitad del siglo XIX, México por supuesto, se estableció que la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo

El pueblo español está para amar y obedecer a su rey, así sea hijo de uno de los monarcas más desprestigiados de Europa. Ay, la corrupción en el Palacio de la Zarzuela, tan sacada a balcón en los últimos años.

Todos los pueblos son crueles; menos el ibérico

Por cierto, las Cortes de Cádiz pretendieron suprimir La inquisición, ahora tipificada como la más brutal expresión de terror y de barbarie humana.

Contra ese dictamen abunda la bibliografía de autores españoles que pretenden salir al paso a la leyenda negra que gira sobre el Santo Oficio.

Por acá circula una obra anónima bajo el título Los pueblos crueles (si mal no recordamos, del sello editorial Jus). Es una apología de la Inquisición, obra pía, consustancial de la evangelización.

Los pueblos crueles, obviamente, según ese texto, son los anglosajones. No el ibérico, tan cristiano que hasta hace algunas décadas seguía aplicando el garrote vil.

Cuauhtémoc y sus mercadólogos

Eso de la leyenda negra ha sido reciclado hace unas horas en Madrid en voz del mismísimo Ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, del gobierno del partido Socialista Obrero Español

El eminente diplomático le puso ese color a la “leyenda” por la cual algunos despistados creen que La Conquista de México se consumó a sangre y fuego: No, la resistencia de los pueblos originarios fue vencida arrojándoles fragantes ramos de rosas de Guadalupe.

Para Borrell, aquella leyenda negra viene de una astuta operación mediática de desacreditación (fake news. Sic), urdida quizá por Cuauhtémoc y sus mercadólogos.

En última lectura, la de Borrell, las masacres en la Antigua Tenochtitlán fueron producto de una guerra civil entre tribus antagónicas.

No, señor Borrell, para guerra, verdadera guerra civil, la de Franco, cuyo fiambre no encuentra aún reposo en El Valle de los Caídos: Su mausoleo personal.

A final de cuentas, ¿qué bien les hace a los mexicanos que El principito de Asturias les pida perdón?  Es cuanto.  

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