Voces del Periodista Diario

Victoria: La reina del dragón drogado

DESTINO MANIFIESTO

Abraham García Ibarra

RETOMAMOStres datos consignados en esta sección en entregas anteriores: 1) El Destino manifiesto de las colonias que ocuparon el norte de América –fundado el mito de la predestinación– llegó en las cubiertas de los navíos británicos que merodearon en aguas del Atlántico, con la misión de disputarle a la Corona española el dominio territorial del Nuevo Mundo, en pugna por las riquezas generadas en el continente.

2) Estudios actualizados de instituciones especializadas en Neurología y Siquiatría estadunidenses concluyen que, salvo por excepción, los ciudadanos que se han hecho cargo de la Casa Blanca han sido diagnosticados de perturbaciones mentales de leves a graves.

3) En el reciente cuarto de siglo los presidentes republicanos George W. Bush padre y George W. Bush hijo han provocado preocupación en la opinión pública; el primero, por vomitar en mesas imperiales de Japón; el segundo, por su condición de renacido después de tratamientos clínicos por adicción al alcohol y sustancias ilícitas.

Historia USA: La experiencia “democrática”

En 1977, con el sello de la casa editorial Limusa salió a la luz la obra Historia de los Estados Unidos/ La experiencia democrática, cuya edición traducida al español salió a circulación en 1986. El estudio lleva créditos de investigadores de diversas universidades y fundaciones estadunidenses.

El capítulo XVIII se presenta bajo el rubro Estados Unidos se convierte en potencia mundial: 1898-1919. (El segundo año data después de la Primera Guerra Mundial, hace un siglo.)

El primer párrafo se titula La nueva frontera: Varias décadas antes de que el historiador Frederick Jackson Turner proclamara en 1893 que la etapa de la frontera del Oeste podía darse por terminada, una influyente minoría de norteamericanos se esforzaba por extender el poderío y la influencia de la nación a los más remotos confines del mundo.

La codicia sobre México viene de muy lejos

Sus motivos e intereses eran diversos. Algunos temían que la penetración europea en América del Sur amenazara la seguridad de los Estados Unidos, Otros sentían que el Destino manifiestode un pueblo superior era controlar más regiones que las que el país poseía entonces. Otros más pensaban que la expansión desviaría la atención de la gente, primero, de la esclavitud y luego de los apremiantes problemas industriales.

Pero, en casi todos los casos, sus puntos de vista se fundaban en la convicción de que el acceso seguro a los mercados mundiales era esencial para la prosperidad a largo plazo y que la posesión de territorios en ultramar era una característica de la grandeza. Así, pues, el deseo de anexar Canadá persistía en el siglo XX. Unos cuantos norteamericanos codiciaron el norte de México hasta comienzos de la Primera Guerra Mundial, y muchos más nunca dejaron de mirar a Cuba con la idea de anexión.

El gran negocio: Una sociedad “honorable”

Cambio de páginas. En 1981 editorial Planeta sacó de prensas el libro La droga, potencia mundial/ El negocio con el vicio,debido al investigador y periodista austriaco Hans-George Berh.

En el capítulo V, El gran negocio/ Una sociedad honorable,el autor reseña la histórica biografía de la Compañía de las Indias Orientales,algunos de cuyos apologistas la rodean de un aura romántica: No cabe duda, dice el autor, de que aquella ruta marina entre India y China, tan temida por los tifones, debió presentar un aspecto realmente pintoresco en los tiempos en que el Imperio británico estaba aún en sus primeros balbuceos.

“Los comerciantes enviaban sus buques de vela de tonelaje medio, armados con cañones para enfrentarse a los piratas y que, en comparación con los lentos juncos chinos, eran como galgos al lado de tortugas”.

En las cercanías de los puertos, los comerciantes ofrecían sus mercancías a cambio de barras de plata, y compraban los soñados tesoros de China: Té, seda, porcelana, obras de arte, cajas y armaritos de laca, que enviaban a la India para, desde allí, ser transportados a Europa.

Esa historia brillante y agradable, tiene una mancha oscura: Lo que la gente compraba en la India era opio, que en China estaba prohibido por ley. El Celeste Imperio era un cuerpo económico autóctono instituido desde siglos, que no dependía de importaciones pero que producía bellas cosas que Europa deseaba, Consecuentemente la balanza de pagos resultaba favorable a los chinos, que se hacían pagar con plata,

Sólo había una cosa que China no producía y con la cual los portugueses llevaban algún tiempo obteniendo unos modestos beneficios: El opio.

Las sociedades secretas del hampa

La historia de ese veneno popular es que el opio, en China, pese a todos los problemas, es de colaboración que, por lo general, se desarrolló en armonía entre la Compañía de las Indias Orientales y la burocracia del Celeste Imperio. Como intermediario principal actuaban las Chiu-Chaus, las sociedades secretas del hampa.

Por parte británica, el colosal negocio comenzó con una idea genial de Warren Hastings, gobernador de la provincia de Bengala. Hastings, personalmente, no sentía simpatía por el opio, que consideraba un artículo de lujo y corruptor que no debería ser permitido más que para la exportación. Pero reflexionó también que, “dada la gran cantidad de plata que hemos de emplear en nuestro comercio con China, sería preferible sustituyéramos ese valioso metal por el opio”.

A partir de 1772, la Compañía Británica de las Indias Orientales sólo vendió opio por plata a los comerciantes que lo revendían al Celeste Imperio. En Cantón actuaba un grupo activo de pequeñas empresas cuyos propietarios eran, por lo general, súbditos británicos. De todas esas firmas, la que manejaba mayor capital era la Magniac y Cía, que pertenecía a tres súbditos británicos de origen suizo que además de socios eran hermanos y que se repartían entre sí todos los cargos del Consulado Real de Prusia.

Crisis de precios y primera Guerra del opio

Para el primer cuarto del siglo XIX ya estaba montada la arquitectura administrativa internacional. Al caer hacia los años treinta el precio del opio empezó el conflicto entre los contrabandistas y compradores. Ahí se incubó el huevo de la serpiente: Estalló la primera Guerra del opio, que desembocó en la crisis de China, que se vio obligada a entregar Hong Kong.

Al tiempo, la aparición de la mafia italiana, aupada por el gobierno peninsular, fue un asunto de mero trámite. Su extensión hacia los Estados Unidos desde Sicilia se dio entre 1900 y 1914. Para los años cuarenta, los servicios del jefe de todos los jefes, Lucky Lucianofueron considerados imprescindibles para el desembarco de los aliados en el continente europeo.

Por la goma, va mi espada en prenda

La retrospectiva: A principios del siglo XVIII el imperio chino prohibió el cultivo y consumo de opio a causa del crecimiento de las adicciones. La prohibición se restableció un siglo después, 1829, por decreto del emperador Daoguang.

Por orden imperial, el ministro chino Lin Hse Tsu cursó un memorial a la Corona británica denunciando a una categoría de malhechores extranjeros fabricantes y contrabandistas de opio,para cuyo combate urgía la colaboración del gobierno inglés.

La Reina Victoria respondió -alegando riesgos para la economía de sus dominios-, enviando su flota en noviembre de 1839 con los cañones disparando sobre Hong Kong. Obviamente, la empresa criminal no se interrumpió.

Echa su cuarto a espadas la secta Calaveras y huesos

De ese periodo historiadores estadunidenses datan operaciones de la secta Skull & Bones (Calaveras y huesos), de la Universidad de Yale, en la disputa por El veneno de los héroes.

En 1865 se instala en Hong Kong el HSBC como honorable institución de clase mundial para blanquear los efectivos del gran negocio.

Apenas algunos ejercicios memoriosos a sabiendas que todo lo dicho le vale a Donald Trump.

Las autoridades de Salud de los Estados Unidos reportan el incesante crecimiento del número de recetas dadas a pacientes estadunidenses, prescribiendo el uso de opioides. La curva más alta se registró en 2012: 255 millones de prescripciones. Quién sabe si en algún recetario de consultorio privado aparezcan las iniciales DT. Es cuanto.

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