Voces del Periodista Diario

Marcelo y las chucherías

Ojo Público

Norberto Hernández Montiel

El ex canciller y ex aspirante a coordinador nacional de defensa de la Cuarta Transformación, Marcelo Ebrard, está replicando un problema que dio al traste con el Partido de la Revolución Democrática, y que se prohíbe en los estatutos de Morena: la formación de corrientes al interior del Movimiento de Regeneración Nacional.

Revisemos el Artículo 3° de los documentos básicos de Morena, en sus fracciones f y g: “No permitir ninguno de los vicios de la política actual: el influyentismo, el amiguismo, el nepotismo, el patrimonialismo, el clientelismo, la perpetuación en los cargos, el uso de recursos para imponer o manipular la voluntad de otras y otros, la corrupción y el entreguismo;

“g. La afiliación será individual, personal, libre, pacífica y voluntaria, sin corporativismos de ninguna índole; sin que se permitan facciones, corrientes o grupos que vulneren la soberanía del partido, es decir, su capacidad exclusiva de dirección general…”

Estas fracciones se incluyeron en los estatutos con el fin de evitar la división en tribus, corrientes o grupos que trataran de adueñarse de los órganos directivos del partido, como ocurrió en el PRD, con Jesús Zambrano y su tocayo, de apellido Ortega, quienes usufructuaron la corriente conocida como “los chuchos”.

Por el mismo motivo, en el Artículo 9° se establece: “En Morena habrá libertad de expresión de puntos de vista divergentes. No se admitirá forma alguna de presión o manipulación de la voluntad de las y los integrantes de nuestro partido por grupos internos, corrientes o facciones, y las y los protagonistas del cambio verdadero velarán en todo momento por la unidad y fortaleza del partido para la transformación del país”.

Ante estas circunstancias, resulta por demás extraño que un militante prominente, como Ebrad, quien ha cumplido con encomiendas de la envergadura de la Secretaría de Relaciones Exteriores, plantee que quiere cargos para todos aquellos que lo apoyaron en el proceso de selección a coordinador nacional de los Comités de Defensa de la 4T.

Para Morena es un gran riesgo la pretensión de Marcelo, en cuanto a que se le otorguen –en una suerte de reconocimiento al 26 por ciento de apoyo en las encuestas, como segundo lugar en el proceso de selección mencionado– posiciones en el Senado, la Cámara de Diputados y los órganos de dirección de Morena.

Esto recuerda mucho el control que ejercieron los chuchos en el PRD, al cual manejaron como si fuera de su propiedad, al grado que fue uno de los partidos firmantes del llamado “Pacto por México”, el 2 de diciembre de 2012, en apoyo a las “reformas estructurales” de Enrique Peña Nieto, que tenían, entre otros, los objetivos, terminar de privatizar Pemex, desaparecer a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación –y a través de esta artimaña hacerse del control del SNTE, para lo cual Peña Nieto encarceló, apenas tres meses después de haberse sentado en la silla presidencial, a Elba Esther Gordillo– y, en general, la consolidación del neoliberalismo en México.

Respecto a los chuchos y su trayectoria, a través de su tribu –no es peyorativo, así se llamaban entre ellas las corrientes del PRD– Nueva Izquierda hay abundantes muestras de oportunismo, alianzas dudosas con partidos con los que alguna vez hubo diferencias irreconciliables, hasta que llegaron al Frente Amplio por México, donde están apoyando la candidatura de Xóchitl Gálvez.

Lo importante, más que las personalidades, es el proyecto de la 4T. Si se tratara de popularidad para obtener puestos, el presidente Andrés Manuel López Obrador podría tener una corriente enorme dentro de Morena, porque tiene una aprobación de más de 70 por ciento, a nivel nacional. No obstante, él ya anunció que terminando su sexenio se retira a Palenque, Chiapas, y se aleja de la política.

Por este motivo es muy importante revisar el comportamiento de Marcelo Ebrard durante los últimos meses, a partir del 12 de junio, fecha en la cual renunció a la Secretaría de Relaciones Exteriores, para aspirar a la Coordinación Nacional de los Comités de Defensa de la 4T.

En esos días, en lugar de recorrer el país haciendo asambleas informativas, con el fin de convencer al pueblo de México de que él sería la mejor opción como coordinador, emprendió una gira caracterizada por una trivialidad pueril, acusaciones, sobre todo a Claudia Sheinbaum y menosprecio a los demás aspirantes, como lo hizo ver Gerardo Fernández Noroña, quien tuvo que recordar que eran cinco, y no sólo dos.

Después de advertir, casi desde el principio de sus recorridos, que podría renunciar a Morena, de no resultar él quien ganara el proceso de selección, al final de éste mantuvo una actitud de amago hacia Morena y la 4T, además del coqueteo con Movimiento Ciudadano, con la finalidad de figurar en las boletas electorales de 2024.

Así fue como llegamos a la situación actual, en la que reclama espacios para sus seguidores, los cuales cree merecer por su 26 por ciento en las encuestas para definir la Coordinación Nacional de Defensa de la 4T. Habría que repetir el ejercicio demoscópico, con el propósito de corroborar si sigue teniendo ese mismo apoyo, después de su actitud en estos pocos meses.

Urge, tanto en él, como entre sus adeptos, un honesto ejercicio autocrítico, si no quiere caer en las prácticas que devastaron al PRD desde dentro.

Los próximos meses van a demostrar si Marcelo Ebrard estará a la altura de su gran actuación como el secretario de Relaciones Exteriores que sorteó la crisis indocumentados-aranceles con Donald Trump en 2019; trajo ileso a Evo Morales a México, después del golpe de Estado en Bolivia, el mismo año y consiguió las vacunas anti COVID-19… o todo aquello y otros muchos logros se van desvanecer entre chucherías.

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