Los reclamos crecientes por la inseguridad pública obligaron al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a darse un plazo de seis meses para comenzar a dar óptimos resultados en el combate a la criminalidad, con la entrada en acción de la Guardia Nacional, su cuerpo de elite contra ese flagelo.
ALTO RENCOR SOCIAL, EL TRASFONDO DE LA DELINCUENCIA
Feliciano Hernández*
Como quiera que sea NO hay motivos sólidos para pensar que esta nueva propuesta pueda tener logros importantes en el corto plazo, a menos que el presidente REFUERCE sus programas sociales y ponga acento en la importancia de la RECONCILIACION NACIONAL y el fin de la impunidad.
CIUDAD DE MÉXICO. El tiempo corre contra AMLO… y su Guardia Nacional corre el riesgo de perderse entre otras fallidas propuestas como la Gendarmería Nacional del peñanietismo, que consumió fuertes recursos y sirvió de casi nada. En este espacio reprobamos esa iniciativa desde su gestación y los resultados nos dan la razón.
HOY, ANTE la imparable ola de ejecuciones y pleitos entre los criminales, con una delincuencia común en sus cifras más altas que mantiene atemorizada a la población, el gobierno se justifica, pero asume el reto: “No es nuestra culpa el aumento de los altos niveles de criminalidad, pero si es nuestra responsabilidad recuperar la paz”, expresó Alfonso Durazo, el titular de la Secretaría de Seguridad Pública.
Por ahora, los malvivientes han ido imponiendo su ley a sangre y fuego, y —algo impensable hasta hace poco—, no han dudado en lanzar amenazas concretas contra el mismo presidente de la república.
La inconformidad social que enfrenta AMLO creció en los últimos años porque en paralelo a la violencia de las mafias, aumentó la delincuencia común en todo el país y se debilitaron las instituciones por el descredito de los propios funcionarios.
El presidente ha sostenido que la situación mejorará en cuanto comiencen a sentirse los efectos de sus programas sociales; por eso fue preciso al ponerse un plazo de seis meses, que se cumplirían en octubre próximo.
Alto rencor social, un detonante
HAY ALGO DE RAZÓN en el supuesto de AMLO, al subrayar que es con un enfoque integral como podrá enfrentarse la criminalidad en todo el país.
Definitivamente, con tal señalamiento da en la médula del problema, a diferencia de otros gobiernos que cimentaron sus propuestas anticrímenes, únicamente con enfoques policiaco y punitivo, dejando de lado el preventivo que ahora está considerado en la visión más puntual de AMLO.
Sin embargo, cabe la duda de que se concrete su promesa o vaticinio, porque el rezago social en el país es tan grande que sus programas a todas luces son insuficientes y ante todo porque el enfoque actual y los previos dejaron de lado un factor que ahora se hace indispensable tomar en cuenta.
México NO dispone de un diagnóstico científico amplio sobre los detonantes de la alta criminalidad. Está claro que es insuficiente la sola consideración de los aspectos económico –por el alto desempleo y los bajos sueldos— y jurídico, este en lo referente a la impunidad que prevalece en todo el país.
En la ola criminal que azota a México desde hace ya décadas, se puede aventurar que un factor importante es un “rencor social” que está detrás del fenómeno y este se explica porque amplios sectores de la sociedad se vieron perjudicados al quedar excluidos totalmente del desarrollo nacional por la visión fanática de los neoliberales que gobernaron los últimos 35 años.
Ellos aplicaron políticas antisociales contra los pobres y clases medias, mientras éstos veían que los gobiernos tecnócratas y sus rémoras empresariales y religiosas avanzaban imparables en la ACUMULACION DE RIQUEZA mal habida.
Entonces muchos nuevos criminales vieron en las conductas antisociales una especie de “venganza” o “revancha” contra el Estado que los dejó fuera del reparto y buscaron apropiarse de lo ajeno, por lo visto sin remordimientos y como una especie de “justicia por propia mano”.
Hay en AMLO algo de entendimiento con este enfoque, lo cual se puede ver cuando habla de justicia social, pero deben ser los especialistas quienes debieran ahondar en este planteamiento que aquí aventuramos, nada ocioso, porque hay elementos para derivar en tal conclusión.
Y sin este diagnóstico “clínico” y su correspondiente medicina, difícilmente AMLO logrará una reducción importante en el nivel de criminalidad nacional, y su Guardia Nacional será otra aventura más de él y ciertos asesores en la materia que no logran ver más allá de lo que son sus prejuicios.
Desempleo, bajos sueldos e informalidad
LOS OTROS DETONANTES de la criminalidad son conocidos y tomados en cuenta por todos los funcionarios y asesores en sus diversos enfoques. En estas líneas se toman como referente de que los programas del presidente López Obrador son insuficientes ante la magnitud del rezago que padecen los sectores sociales del entramado mexicano. A saber:
El desempleo y los bajos sueldos implican un mínimo poder adquisitivo de la población y por consecuencia una inconformidad social acumulada y detonante de la gran actividad criminal que azota al país.
Desde hace más de una década se viene señalando que en México hay al menos 7.5 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, denominados “ninis”. Lo afirmó el entonces rector de la UNAM, José Narro Robles, y de poco sirvió la puntualización porque los apoyos a los jóvenes no fueron una prioridad de los últimos gobiernos, al menos en los hechos.
Se ha venido señalando también que la ocupación informal ronda el 60% de la población económicamente activa (PEA) y a pesar del alto impacto negativo para toda economía por sus implicaciones criminales (contrabando, robo, piratería, evasión de impuestos) los últimos gobiernos poco hicieron por revertir el fenómeno.
Más bien fracasaron en sus intentos, complicaron la administración pública, por ejemplo, con una ampliación de la base de contribuyentes, sólo para que al final les tengan que devolver impuestos, mientras condonan enormes cantidades a personas físicas y morales de alto renombre.
Los programas sociales son insuficientes
SON LOABLES LOS PROGRAMAS SOCIALES que diseñó este gobierno, por su alto contenido de justicia social que implican, principalmente Jóvenes construyendo el futuro; pensión universal para el bienestar de los adultos mayores y las personas discapacitadas e indígenas; el de precios de garantía para los pequeños productores de granos básicos; y el de Sembrando vida, este para los productores agroforestales.
Sin duda que estos programas tendrán un alto impacto en el corto, mediano y largo plazos, en llevar alimento a los hogares de millones de mexicanos sin trabajo o mal pagados.
Por ejemplo, el programa de Jóvenes construyendo el futuro tiene contemplado atender al menos a 2.4 millones de jóvenes entre 18 y 29 años, con una beca de 3,460 pesos al mes, durante un año de capacitación que tendrán en actividades productivas, de acuerdo con sus competencias e intereses laborales y profesionales, luego de lo cual podrán estar en mejores condiciones de emprender sus propio negocio o emplearse en empresas públicas y privadas o en organismos diversos, con posibilidad de obtener mejores ingresos.
La idea de López Obrador con este importante programa fue restarle mano de obra a la criminalidad. Pero lo mismo puede señalarse de los programas de Precios de garantía a cultivo de granos básicos, y en el de Sembrando vida, para que los habitantes del medio rural no tengan tentación de sembrar drogas en sus terrenos.
Hasta ahí todo bien, sólo que los problemas de inseguridad y criminalidad son mayores a los remedios. La prensa nos tiene al día en los reportes de cifras comparativas. Por eso hay lugar para el escepticismo.
La impunidad seguirá reinando
LA OTRA PARTE en el éxito de AMLO en reducir la criminalidad está en manos del Poder Judicial, y aquí la sospecha de que la IMPUNIDAD seguirá reinando en México es lamentablemente cierta hasta que los jueces nos demuestren lo contrario. Y no hay lugar para el optimismo ante esos funcionarios. El nivel de impunidad NO cambia desde hace lustros: sólo se sentencia un promedio de 5% de las denuncias, según datos oficiales. Los arreglos al margen de la ley han prevalecido y lo seguirán haciendo. NO hay incentivos para apegarse al estado de derecho.
Al final, en el sistema presidencialista que padece México, en el que todo lo bueno y todo lo malo se le adjudica o se le carga al titular del Ejecutivo, veremos que la inseguridad pública se mantiene muy elevada y el recurso de la Guardia Nacional resultará en lo de siempre: mucho ruido y pocas nueces.
Hasta que los mexicanos veamos que los altos funcionarios rinden cuentas, que los peces gordos pagan deudas, que los grandes criminales terminan en la cárcel, y que los abusos de poder se reducen al mínimo, hasta entonces sentiremos un alivio en el rencor social que nos embarga y que induce a no pocos a jugar con sus propias reglas.
Hoy lo que vemos es un millonario dueño del territorio telefónico que nos impone sus muy elevadas tarifas y una autoridad que se lo permite; vemos banqueros que se exceden en comisiones que les prohíben en otros países, pero aquí en México se les tolera y se les menciona como ejemplo de hombres de negocios; lo que vemos son a evasores de impuestos millonarios que son consentidos por el SAT y al poco tiempo les hace borrón y cuenta nueva; lo que vemos es violadores que acumulan víctimas; lo que vemos es una policía que brinda protección a malvivientes y se reparte ganancias con ellos; lo que vemos es a funcionarios que se rebelan ante la Ley de remuneraciones máximas y logran AMPAROS dispuestos a seguir gozando de privilegios; lo que vemos es a un Congreso legislativo que se somete una y otra vez a los intereses creados (los banqueros, sindicatos SNTE y CNTE, SITUAM, Pemex, etc.).
Todo eso y más es lo que ha provocado en México un alto rencor social contra sus autoridades, contra sus leyes, y lo que ha generado una sed de justicia por propia mano, sin miedos y sin remordimientos.
Mientras todo esto siga igual, cualquier Guardia Nacional fracasará en el intento de poner orden. ¡Suerte, señor presidente!
*felicianohg@yahoo.com.mx