Por Matteo Castagna
“Henry Kissinger todavía tiene una influencia considerable” – escribe The Economist.
El exsecretario de Estado de los EE. UU. argumenta que la búsqueda contemporánea del orden mundial requerirá una estrategia coherente para establecer un concepto de orden dentro de las regiones y para relacionar estos órdenes regionales entre sí.
El asesor geopolítico más escuchado del mundo, está a favor de una revisión del concepto de equilibrio. El antiguo orden está en constante cambio, pero la forma de lo que lo reemplaza es muy incierta.
Para Kissinger es necesario encontrar criterios para superar las diferencias. Además, en los desafíos de nuestra era, el estratega centenario, pero siempre vigente, sostiene que América debe tener un papel primordial, decidido y significativo, tanto desde el punto de vista filosófico como geopolítico. “No puedes bañarte dos veces en el mismo río” – reflexiona el “gran anciano”, recogiendo una frase de James Reston en su Defenders of the Faith, de 2009.
En otras palabras, se puede pensar en la historia como un río, pero sus aguas siempre estarán en flujo. (Henry Kissinger, Orden Mundial, Mondadori, 2023)
El Prof. Giulio Tremonti, Presidente del Instituto Aspen, se pregunta, al igual que Kissinger: “¿Quo vadis Europa?”. Adenauer, en 1957, refiriéndose a la naciente Comunidad Europea, citaba un proverbio alemán: “los árboles no deben impedirte ver el bosque”. Hoy es todo lo contrario: ¡el bosque, demasiado denso, no debe impedirte ver los árboles!.
Significa que para ser europeos no debemos olvidar que somos italianos. Es lo que Kissinger llamaría “el orden en las distintas regiones”. En lugar de realzar su historia y su civilización, continúa Tremonti, Italia se colocó en subordinación incondicional a Europa, introduciendo esta cláusula en la Constitución en 2000. Y luego, nuevamente, cuando, en el otoño de 2011, sucumbimos al vicio histórico de “llamada del extraño”. Es lo que Kissinger llamaría un cambio de equilibrio hacia una estructura más grande, unitaria y cooperativa.
Sin embargo, el Prof Tremonti critica, con argumentos adecuados y un pars construens significativo, a esta Europa, que “hace lo que no debe hacer: reglas infinitas y de minimis, sobre todo y para todo, tratando de normalizar, de estandarizar para la ‘Directiva’ o por ‘Reglamentos’ todas las realidades históricas de los diversos Estados de la Unión, tratando de anularlas de oficio y de repente, sustituirlas por nuevos modelos sociales universalistas, artificiosos y ya en bancarrota”.
Las soluciones propuestas por el exMinistro de Economía y Finanzas de los gobiernos de Berlusconi son:
a) dejar a la soberanía de nuestros Estados lo que no sea esencial para la Unión. Europa, para evitar el Brexit, propuso a Inglaterra eliminar muchas de las normas europeas que consideraba innecesarias para la Unión y, en todo caso, contrarias a sus tradiciones. Lo hizo declarando que esta “concesión” era completamente compatible con los tratados vigentes.
b) Haciendo como Europa, lo que no se ha hecho hasta ahora: centrarse en la seguridad, la inteligencia y la defensa de las fronteras, financiadas con la emisión de valores europeos (Eurobonos). [Giulio Tremonti, Las tres profecías, Ed. Solferino, 2020].
“Necesitamos salir del paradigma suicida”, con el coraje y la sabiduría del verdadero estadista, “por lo cual un continente, cuanto más importante es en el mundo -como Europa- ¡más débil debe ser!”.
El orgullo nacional, la soberanía no deben quedar en consignas o palabras vacías, porque en otros continentes hay prisa. El presidente del Instituto BRICS Italia, expresidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado Vito Petrocelli, precisó, el 18 de agosto, que los BRICS se convertirán cada vez más en una alianza de países unidos por el objetivo de liberarse del neocolonialismo del Occidente colectivo y de determinar autónomamente políticas de cooperación, desarrollo colectivo, equilibrado y de mutuo beneficio.
En teoría, a Kissinger también le podría gustar esto, pero ciertamente no con la marginación de los Estados Unidos. Este es, por lo tanto, el momento de una sacudida de orgullo “Made in Italy”, liberándose de la UE en todas las áreas posibles ya garantizadas por los tratados internacionales.