Sinfonía Telúrica
Por Abraham García Ibarra
(Por un lapsus no imputable al coronavirus, en la entrega de ayer invertimos los apellidos del presidente del Consejo Coordinador Empresarial, don Carlos Salazar Lomelín. Perdón, por si este espacio tiene algún lector.)
La comunidad empresarial ante tres escenarios para 2024
Con miras a 2024, el sector empresarial mexicano tiene una gran cuestión a resolver: En vista de que el PRI, el PAN y el PRD (éste en escala menor) le dejaron de ser eficaz correa de trasmisión al poder político, las opciones realistas que le quedan son: 1) Construir su propio partido, 2) Infiltrar al partido en gestación, México libre, 3) Jugarse la aventura de la candidatura independiente.
Por supuesto, la primera estación de espera en esa marcha, es la definición constitucional de la consulta popular propuesta por Andrés Manuel López Obrador para 2021, en que, por voluntad propia, pone en juego la revocación de mandato.
La consulta popular ya está prevista en la Carta fundamental, pero está condicionada a circunstancias que no afecten la estabilidad del Estado, en cuyo caso es la Suprema Corte de Justicia de la Nación la instancia jurisdiccional para autorizar el procedimiento. En 2016, año de estreno, la denegó en al menos dos iniciativas. Está antes el requisito del porcentaje de ciudadanos solicitantes respecto del listado nacional de electores.
En el escenario latente, el sector empresarial observa los movimientos de la Confederación Patronal de la República Mexicana -componente del CCE-, cuyo más embalado activista es el bajacaliforniano Gustavo de Hoyos, quien en el corto plazo pondría a prueba su ensayo en 2021, año de cambio en 15 gubernaturas y de renovación de la Cámara de Diputados federal.
Dos rupturas históricas Poder empresarial-Poder presidencial
Aun en el periodo populista, la comunidad empresarial tuvo su nicho en el PRI, que si bien negó la institución de un cuarto sector, fue receptor de financiamiento, le consultó sobre todo lo candidatura presidencial y le cedió algunas carteras del gabinete presidencial.
El vergonzante amasiato se suspendió en los setenta, con la jornada expropiatoria de Luis Echeverría -valles de El Yaqui y El Mayo, en Sonora-, que provocó la primera ruptura entre el poder empresarial fáctico y el poder presidencial. La segunda edición se dio en 1982, con la expropiación bancaria.
Primera expedición para capturar al partido sinarquista
En el interregno de transición de los dos mandatos datados, algunos satélites de la gran cúpula empresarial emprendieron una primera expedición, no siempre a la luz pública.
En el marco de la Reforma Política 1977-1978, la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (CONCANACO) emitió donaciones en cheques al portador a los promotores del Partido Democrático Mexicano (PDM/ El partido del gallito), cuyo lema de batalla fue: Todos proletarios, no; todos empresarios.
La tentativa abortó, porque la Unión Nacional Sinarquista, placenta del PDM, se partió entre jóvenes dirigentes renovadores y la facción tradicionalista cristera, que finalmente ganó la partida. De origen, el PAN tuvo en 1939 tributarios del Movimiento Sinarquista, entonces comandado por don Salvador Abascal Infante.
Conclave de Ciudad Juárez y nacimiento del neopanismo
Puesta a caballo la sucesión presidencial de 1982 -jefe nacional del PAN, el regio don Pablo Emilio Madero-, a principios de año hubo un cónclave de algunos desprendimientos del poder económico en Ciudad Juárez, Chihuahua, cuyo anfitrión fue el Centro Patronal.
En ese encuentro (a espaldas de la jefatura nacional azul) los convocados se vieron ante una iniciativa y una opción: Crear por fin un partido empresarial o infiltrar al PAN. Prevaleció la opción. Sentaría plaza el neopanismo, devenido Bárbaros del norte.
Aquel año no fue casual: Morando en la Casa Blanca Donald Reagan, sus tanques pensantes -entre los que sobresalía la Fundación Heritage– en las líneas de acción de la revolución conservadora incorporaron la decisión de Washington de comprometer al empresariado de América Latina a dejarse de declamaciones y exclamaciones y tomar la iniciativa político-electoral.
Manuel de Jesús Clouthier, nuevo portaestandarte de las derechas
En ese periodo, el empresario agroindustrial sinaloense, Manuel de Jesús Clouthier del Rincón había dado el salto del liderazgo de la Confederación Patronal de la República Mexicana, a la presidencia del Consejo Coordinador Empresarial. El clouthierismo empezaría a ser la corriente dominante en las derechas políticas miliantes.
Después de que el PAN acreditó delegados fraternales ante la Convención del Partido Republicano -Dallas, Texas/ 1984/ nominación de Reagan a un segundo mandato- al año siguiente Clouthier del Rincón se lanzó a la pugna por la gubernatura de Sinaloa.
No resulta descabellada la hipótesis de que esa candidatura se cocinó en la residencia de la Embajada de los Estados Unidos en México, a cargo del emisario de Reagan, John Gavin.
Aunque la intentona de 1985 del sinaloense resultó fallida, de esa experiencia surgió en 1988 su candidatura presidencial, abanderada por el PAN y respaldada por Poder Ciudadano, brazo electoral de la Coparmex.
El PAN retorna a su querencia; ahora pro estadunidense
Se confirmó entonces que el partido fundado en 1939 por don Manuel Gómez Morín y don Efraín González Luna retornó a su querencia fundacional: Su base de apoyo financiero en segmentos bancarios, industriales y comerciales, si bien ahora de filiación pro estadunidense.
No por otra cosa, el PAN apareció subsidiario de la Fundación para la Democracia creada por mandato de la Casa Blanca, que se convirtió en donante de la formación azul mexicana.
El empresariado nacional, sin embargo, no descartó el as original: En 2000 se inclinó por la candidatura priista de Francisco Buenaventura Labastida Ochoa, cuyo gestor financiero fue el ex presidente del CCE, el sonorense Eduardo Bours Costelo.
Derrotado el ex secretario de Gobernación de Ernesto Zedillo Ponce de León, los empresarios se vieron favorecidos por un nuevo pacto político conocido coloquialmente como PRIAN. 2006 seria año clave. Al tiempo, el PRD arrimaría su sardina al nuevo fogón.
La Triple Alianza sucumbió estrepitosamente en 2018
La Triple Alianza partidista sucumbió en 2018 bajo la aplanadora del debutante Movimiento Regeneración Nacional, que tres años antes había logrado su fíat como partido político e hizo morder el polvo a José Antonio Meade Kuribreña y al joven maravilla Ricardo Anaya Cortés.
Hasta antes de julio del 18, la comunidad empresarial supo jugar el péndulo electoral en su favor. En 2020 la única opción disponible es la de Gustavo de Hoyos en espera de ver cómo gira la veleta en la gran jornada electoral de 2021. Es cuanto.