Voces del Periodista Diario

El inefable Luis Leonardo Almagro Lemes

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

(El texto que aparece abajo estaba en “galeras” cuando a mediodía nos llega el reporte de que el Senado de Uruguay dio su fíat para que entren en jurisdicción territorial tropas de los Estados Unidos con la coartada de brindar seguridad al encuentro del G20, convocado para los días 30 de noviembre y 1 de diciembre… en Buenos Aires.)

Sólo por cuestiones de método, empezamos por aclarar que Uruguay es la verdadera República Oriental; no Paraguay, como cree Enrique Peña Nieto.

Lo que en todo caso nos interesa, es explorar cómo el gobierno de la cuarta transformación de México reconstruirá sus relaciones hemisféricas, partiendo del hecho -según lo hemos visto en París, celebración de la restauración de la paz de Europa- de que Donald Trump sigue terco en difundir su imagen de ángel exterminador a escala planetaria.

Lo que tenemos ahora es que el peñismo y su aprendiz de diplomático, Luis Videgaray, anclados en las riberas del Potomac, han preferido ver hacia el sur del continente al través de un opacado catalejo como para no caer en la tentación de apoyar los esfuerzos de integración latinoamericana.

Ahora mismo, los que siempre andan viendo el vaso medio vacío, están cuestionando la agenda del Presidente electo, a quien le quieren imponer cuales sí y cuales no deben ser invitados a la Gran Sesión de Congreso General del 1 de diciembre para la protesta constitucional del encargo.

Suponemos, suponer cuesta poco, que el próximo canciller, Marcelo Ebrard -con independencia de la gestión de relaciones bilaterales convenientes a México- tiene valoradas las instancias de la ONU para actuar respecto de la permanente crisis mundial provocada o aupada por los poderosos depositarios del Consejo General de Seguridad.

Almagro trata de imbéciles a los que no piensan como él

Obvio que, si de la región se trata, nuestro espacio natural, de primera instancia, es la Organización de Estados Americanos (OEA). Desde que llegó a Relaciones Exteriores, Vidgaray se ha exhibido como uña y mugre del secretario general Luis Leonardo Almagro Lemes, preciso es citar nombre completo para que se le conozca de cuerpo entero.

Almagro -siempre contando con su compañero de viaje mexicano- ha operado como un factor disolvente en Latinoamérica. Ha optado por el disimulo frente a las consecuencias del golpe de Estado legislativo en Brasil. Sólo para dar una pista de sus inclinaciones ideológicas.

Más insolente, sin embargo, ha sido el papel de Almagro en Venezuela. Ha torpedeado todo esfuerzo de arreglo pacífico de la crisis política, aun en aquellos casos que los beligerantes de las oposiciones han aceptado sentarse en la mesa de negociaciones.

Contra el cómplice involucramiento de los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón -cuya línea ha seguido Peña Nieto-, otros líderes políticos, ex jefes de Gobierno o de Estado, han prestado sus oficios a la necesaria reconciliación de los venezolanos.

Entre esos delegados voluntarios ha tenido presencia sobresaliente el ex jefe de Gobierno Español, José Luis Rodríguez Zapatero. Vehemente en su gestión de una salida pacífica al conflicto, ha causado urticaria en Almagro. Éste, como una imitación de Trump, le dirigió un “consejo” al político peninsular: Que no sea imbécil.

Almagro mandó a freír espárragos al actual jefe de Gobierno español, Pedro Sánchez, cuando éste reclamó la prepotencia del secretario general de la OEA.

Curiosa metamorfosis, esa la de Luis Almagro: Se presenta como diplomático de carrera. Fue canciller del Presidente ex guerrillero José Mujica -trece años de cárcel hablan de su vocación libertaria-, uno cuyos gestos, aún como candidato presidencial, fue tratar de limar asperezas entre los gobiernos de Uruguay y Argentina. Ya como mandatario, actuó en congruencia.

Los aires cercanos a Washington, como que le bloquearon la oxigenación cerebral a don Luis. Grave asunto.

La cuestión de la diplomacia de la cuarta transformación de México -no puede prescindirse de la cita a Benito Juárez, El restaurador de la República-, es cosa de esperar con interés, sobre todo si en estos días tenemos el montaje de la Cumbre Iberoamericana, a la que no podrá faltar Peña Nieto, todavía Presidente por 17 días; no más. Es cuanto.

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