Voces del Periodista Diario

La de Estados Unidos: Democracia chatarra

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Cuando Claude Julien sacó a la luz su obra, El suicidio de las democracias (1972), colocó en el centro de gravedad de sus análisis y reflexiones la de los Estados Unidos, si bien la investigación abarcó la británica y la francesa como modelos occidentales.

Casualmente, en aquella década, con la muerte de Francisco Franco de España y más tarde con la caída del telón de hierro soviético, comenzó a hablarse de transición democrática. En los Estados Unidos, frente aquel tsunami, se levantó el muro de la arrogancia y la ceguera.

En el siglo que corre, al menos en dos elecciones presidenciales estadunidenses, los ungidos lo han sido por la selecta facción de delegados electores y no por el voto popular. Incluso, en la primera de ellas planeó la sombra del fraude electoral.

Entre las sociedades anónimas y el gran Colegio Electoral

La derrota de la democracia en los Estados Unidos tiene dos detonantes: 1) La disolvente desigualdad en el reparto de la renta nacional, y 2) La delegación del ejercicio del poder político al través del voto popular, cuya voluntad se disuelve en el gran colegio electoral.

Por la viciada naturaleza del sistema económico de los Estados Unidos, el resultado de la pugna por la distribución de la riqueza lo definen las sociedades anónimas. De la falta credibilidad y desconfianza en el proceso electoral, es responsable la clase política, que mantiene cerradas las opciones al bipartidismo demócrata-republicano, en el que se cancela la circulación de las élites.

Por cinco votos, el transgresor Donald Trump salva el pellejo

Ayer, la hegemonía del Partido Republicano en el Senado fue puesta en cuestión al dictarse la absolución del insolente Donald Trump. Para destituirlo, se requerían 67 de 100 votos. Los demócratas estuvieron lejos de lograr el número mágico. Pero los republicanos dieron el perdón al enjuiciado por apenas cuatro y cinco votos en cada causa de imputación; abuso de poder, la primera, y obstrucción el Congreso, la segunda.

Es difícil es para mí imaginar un ataque más serio a la Constitución y a una república como la nuestra, que decir que un Presidente busca enlistar a un gobierno extranjero para corromper nuestras elecciones con la finalidad de mantenerse en el poder. Eso ocurre en las democracias chatarra. No en los Estados Unidos. (Y sin embargo…)

Esa lapidaria acusación fue sostenida en declaraciones públicas antes de que en El Capitolio se votara la absolución de Trump, por el senador republicano Mill Romney quien emitió el voto de la dignidad contra el indulto del indiciado. Los analistas calificaron de histórico dicho voto.

El demente magnate aspira a ser Presidente vitalicio

Entre bromas y veras, el perdonadito confesó ipso facto su deseo de convertirse en presidente vitalicio de los Estados Unidos.

Desde 2017, en esferas académicas estadunidenses, se llegó a la conclusión de que Trump arribó al Salón Oval en elecciones democráticas, pero abriga tentaciones totalitarias, como los dictadores de las repúblicas bananeras. Acaso en éstas estaba pensando el republicano Romney, cuando evocó las democracias chatarra. Es cuanto.

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