Voces del Periodista Diario

Un Punto de Vista.

Por Paco Baca

El comportamiento policial agresivo que condujo a la muerte de Nahel Merzouk un adolescente de 17 años, refleja un problema más complejo en la sociedad francesa. Esta es una historia sombría sobre la brecha entre ricos y pobres.

Ira, odio y tristeza, fuertes mensajes entregados al mundo desde los disturbios en Francia que han entrado en un espiral profundo y descendente en la sociedad.  La frustración arraigada en los “ciudadanos marginados”, especialmente los jóvenes, en Francia se desbordó en saqueos y vandalismo.  La ciudad capital de París y Marsella, la ciudad más antigua de Francia, se convirtieron ahora en las ciudades más afectadas.   Además, Marsella, que es un lugar de reunión para inmigrantes de varios países, especialmente aquellos que huyeron de la agitación política, el conflicto y la pobreza en sus países de origen. Una combinación de ingredientes explosivos, solo faltó una pequeña chispa, un ligero pretexto y todo se desbordó. Los impactos de los disturbios masivos en Francia continúan cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, pospuso una visita de estado a Alemania que debía comenzar el domingo, con 45,000 policías desplegados para manejar la situación y cientos de personas arrestadas. Los ciudadanos y los testigos que trabajan y viven en Francia han dicho que los daños y el impacto económico y social es muy grande y que los franceses esperan que se pueda restablecer el orden público y que los ataques contra civiles inocentes e instalaciones públicas se detengan.Algo que, para el país de la igualdad, la fraternidad y la legalidad, es inaceptable. La policía francesa arrestó al menos a 719 personas durante una quinta noche de levantamientos en todo el país el sábado por la noche después del funeral del joven Merzouk, descendiente de inmigrantes provenientes del norte de África.  Ese mismo día, el Ministerio del Interior del país dijo que el nivel de violencia “parecía haber disminuido” desde que estalló la “furia” por primera vez después de que un oficial de policía matara a tiros al adolescente durante una parada de tráfico en el suburbio parisino de Nanterre el martes. La bala entró por su brazo, alcanzando el corazón en pocos segundos. Un disparo a quemarropa, cegó la vida del chico, y encendió la ira de la población que encontró el pretexto para revelarse ante una sociedad que no termina por aceptar que Europa como el mundo, está cambiando. Este caos es uno de los más grandes que ha enfrentado Francia en las últimas décadas. Francia enfrentó disturbios a gran escala en 2005. En ese momento, las protestas masivas resultaron en la quema de 10,000 autos y el arresto de 6,000 personas. Estos dos disturbios fueron provocados por la misma causa, a saber, la muerte de jóvenes de color debido a la acción policial. En efecto, los sentimientos interétnicos se han arraigado fuertemente en la condición social de la comunidad francesa. Esto no puede separarse de la historia de los inmigrantes en el seno de la sociedad francesa. A diferencia de otros países europeos, Francia es conocida por tener una actitud abierta hacia los inmigrantes desde principios del siglo XX. Esto ha resultado en una gran afluencia de inmigrantes a Francia.  A diferencia de sus numerosos vecinos europeos, Francia siempre ha sido un país de inmigrantes y ha absorbido numerosas oleadas de extranjeros. En 1999, no menos del 23 por ciento de la población francesa afirmó ser de origen extranjero con al menos un padre o abuelo procedente del extranjero. Dentro de este grupo, el 5 por ciento tenía sus raíces en el África subsahariana, el 22 por ciento en el Magreb y el 2,4 por ciento en Turquía. Juntos, esos grupos representaban alrededor del 30 por ciento de los residentes franceses de ascendencia extranjera, entre 4 y 5 millones de personas. En términos religiosos, la Francia actual tiene las minorías musulmana y judía más grandes de toda Europa.Esto significa que los desafíos de la integración son mucho mayores en Francia que en otros países europeos, especialmente porque la mayoría de los trabajadores inmigrantes, que llegaron en los años 60 y 70, y sus familias, que se incorporaron a ellos entre los años 70 y el presente, provienen de zonas rurales y tenía poca educación. Eso no implica que no se estén integrando en la corriente del principal afluente de crecimiento francés, pero su integración es ciertamente más lenta y desafiante y en el caso de las historias de éxito en este rubro, con logros cada vez más frecuentes, generalmente no se comunican de manera mediática. Por ejemplo, a los hijos de inmigrantes les va tan bien en la escuela como a los niños franceses del mismo grupo socioeconómico. Sin embargo, dado que los inmigrantes constituyen un porcentaje desproporcionadamente alto de las clases bajas, en términos absolutos, a sus hijos les va peor que a los hijos de familias francesas. Muchos observadores han comparado la situación con la de 2005, cuando dos adolescentes fueron electrocutados mientras se escondían de la policía en una subestación eléctrica en el suburbio parisino de Clichy-sous-Bois.  Sus muertes desencadenaron una ola de disturbios que duró tres semanas y le costó al estado unos 200 millones de euros (218 millones de dólares). Para aquellos inmigrantes, la muerte de Nahel apunta a una marcada falta de progreso.- “¡Desde 2005, nada ha cambiado! La policía sigue persiguiendo a nuestros hijos en los suburbios. Es intolerable”-, dice Laurence Bedé, una madre franco-argelina de tres niñas que vive en un suburbio cerca de Nanterre, donde llegó para asistir a una marcha por Nahel el jueves pasado. El gobierno francés ha negado el racismo en su fuerza policial. Pero un informe de enero de 2017 de Jacques Toubon, defensor independiente de los derechos humanos de Francia, mostró que los hombres negros y del norte de África tenían 20 veces más probabilidades de ser detenidos por la policía que el resto de la población.Así la nueva igualdad, la nueva fraternidad y la nueva legalidad en la Francia de Emmanuel Macron.

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