Voces del Periodista Diario

Mercenarios

MUNDO MILITAR

Héctor Chavarría

Grita devastación y… libera a los perros de la guerra.”

Shakespeare

Vivre la Guerre, vivre la Morte, vivre la Sacre Mercenarie.”

F. Forsyte

¿Qué es un mercenario?

¿UN HÉROE O UN VILLANO? ¿Un cínico o un sincero amante de la guerra? ¿Un loco sediento de sangre? ¿Un ladrón en busca de botín? ¡Un fanático de una causa, política o religiosa? ¿Un ser sin patria, ejército o ideología?

¿Pelea por convicción o sólo por remuneración? ¿Es un improvisado o un frío profesional?

Todos esos adjetivos les han sido colocados a los mercenarios, aunque ninguno define en realidad, lo que es un verdadero mercenario, salvo el profesionalismo, en la realidad cualquiera de ellos tiene un poquito de todo eso enumerado, matizado y atemperado por una característica básica: es un profesional de la guerra, eficiente, entrenado, pulido, madurado… en alguna escuela para tropas especiales.

Por lo general, veterano de alguna guerra, pues los mercenarios no se hacen al ser contratados, para el momento del contrato, ya están hechos.

Suelen ser, casi sin excepción, además de profesionales, unos guerreros sin guerra, la cual es para ellos tan vital como el aire; la guerra es su negocio y su razón de ser. Peleará por si y para sí, sabiendo que si es capturado, lo único que le espera es la eventual tortura y si hay suerte; la muerte rápida.

El mercenario es un ser sin patria, pues está cierto que su país no saldrá en su defensa, que las leyes para la guerra de la Convención de Ginebra, no le amparan… por consiguiente un mercenario peleará sin dar cuartel ni pedirlo.

Nada tiene que perder, y si dinero que ganar; es un profesional y sus honorarios son altos, es el encargado de realizar de manera eficiente, el trabajo sucio para el que fue contratado.

Im Krieg Geboren, im Krieg Gestorben

Nacido en la Guerra, muerto en la Guerra”… reza en alemán la frase lapidaria que, bien pudiera ser el lema de los mercenarios… de todos los tiempos y lugares.

         En China, el hoy venerado Sun Tzu —el autor de El arte de la Guerra—, básicamente trabajaba como estratega a sueldo; del reino que pagase por él, para todo efecto práctico era un mercenario, pues su interés era el cobro por sus conocimientos, sin lealtad o ideología.

Y, como él, ha habido miles. La historia está repleta de los ejemplos sobre “soldados aventureros” que, a lo largo de los siglos pelearon, murieron o triunfaron con el botín correspondiente; bienes o esclavos de ambos sexos, cosa que a los actuales profesionales no les importa demasiado; los que no trabajan para alguna “compañía” sólo lo hacen por un jugoso sueldo, generalmente en dólares o alguna otra moneda fuerte.

Sueldo que suele depositarse en cuentas privadas, mediante arreglos específicos —uno no anda en zonas de combate cargado con los honorarios, sólo suele llevarse el dinero necesario para gastos menores.

Los casos recientes en Siria, de mujeres esclavizadas, vendidas en subasta —al estilo del genocidio armenio—, fue dejado a los subalternos como un plus a su “trabajo”, una prestación islámica al estilo de la yihad del siglo VII. Los verdaderos reclutadores y jefes contratados, están muy por encima de eso… esas “diversiones” son dejadas para los reclutados, los que eventualmente serán “carne de cañón”.

Los que se llevan las ganancias gordas, son los jefes, los reclutadores, soldados profesionales por lo general de mediana edad, a cargo de los mandos medios, quienes a su vez se encargan de “la tropa”.

Modus operandi

En los siglos XV y XVII se profesionalizaron varios ejércitos privados, los holandeses Arumer Zwarte Hoop, los mercenarios suizos (que más adelante mutarían en la Guardia Suiza del Vaticano).

El mejor ejemplo de mercenarios modernos es el caso de la empresa BlackWater, los “contratistas”, como le gustaba llamarlos a la prensa norteamericana, contratados por el gobierno de los EE.UU. para hacer de “escoltas de convoy”, ya sea de personas importantes como de empresarios, hasta personal humanitario, BlackWater no era otra cosa, que una empresa de mercenarios.

Y, BlackWater no es la única de ese tipo, hay al menos cuatro conocidas: Executive Outcomes, que operó en Angola, Sierra Leona, y que cerró en 1998, Sandline International con operaciones en Papua Nueva Guinea y Sierra Leona, cerrada en 2004; Gurkha Security Guards, Ltd, con operaciones también en Sierra Leona, DynCorp International con muchos destinos, Bosnia, Somalia, Angola, Haití, Colombia, Kosovo, Kuwait, Afganistán, la cual sigue activa. La decana BlackWater es considerada actualmente “academia” y… sigue operando. 

A mediados del siglo pasado los mercenarios (los subalternos), eran reclutados por los eventuales líderes —contratados a su vez por buenas sumas—, de maneras discretas y otras no tanto.

En la vieja revista Soldier of Fortune del siglo pasado—alguna vez vendida en la tienda de los buhitos y luego prohibida por Gobernación, a instancias de Sedena—, había una sección de avisos clasificados que era todo un poema al cinismo. En ella los mercenarios desempleados y las “compañías” especializadas, ofrecían de manera abierta, sus servicios.

Dentro de lo clásico del tema, existía en Ciudad del Cabo, Sudáfrica el famoso bar Gansos Salvajes —apelativo para mercenarios—, del también célebre Mike “Mad” Hoare, quien se hizo conocido por sus operaciones en África, a mediados del siglo XX.

Antes que él hubo otros mercenarios célebres: Frederick Russell Burnham, fue uno de esos hombres.

Norteamericano que luchó en la guerra contra los Matabele, luego contra los Boer en Sudáfrica, luchando de manera tan efectiva, que el rey Eduardo VII, le ofreció un grado de mayor en el ejército británico, el cual el gringo rechazó, porque no quería perder su ciudadanía.

Incidentalmente, Frederick Russell Burnham, fue quien inspiró al escritor H. Rider Haggard, para crear el personaje de Allan Quatermain, quien a su vez sería la base y molde para; Indiana Jones, de Lukas y Spielberg, en su versión divertida y romántica del mercenario.

 En el siglo XX durante las sucesivas crisis del Congo entre 1960 y 1965, luego de su independencia de Bélgica y la siguiente guerra civil, los distintos bandos empleaban a mercenarios occidentales, la razón es clara, eran militares organizados y entrenados, que podían darle forma a los “ejércitos” de países completamente destruidos, sin instrucción ni disciplina alguna, quien mejores mercenarios tuviese, mayores posibilidades de hacerse del poder tenía. 

Los legales

EN LA ACTUALIDAD, los únicos mercenarios, permitidos de manera oficial y protegidos por la ley, son los Gurkas, del Ejército Británico creados luego de invadir Nepal, ya que eran —y son—, formidables guerreros y, éste es uno de los pocos regimientos de mercenarios que, actualmente, no es considerado como tal y, recibe el beneficio de los demás soldados amparados por el Tratado de Ginebra, pues son reconocidos por los británicos, como parte de su ejército regular.

Y, la Legión Extranjera Francesa, la cual tuvo su más brillante derrota en Camarón, México, el 30 de abril de 1863 —fecha considerada sagrada por los legionarios. Un cuerpo de élite altamente entrenado.

Ambos cuerpos son, en la actualidad, el único caso de soldados de fortuna con derechos, además de los “mercenarios católicos” de la Guardia Suiza del Vaticano, aunque esos “suizos”, son más de fútil adorno, en comparación con los otros dos ya mencionados; los cuales son tropas muy especializadas y de élite… operativas de ser necesario, en zonas… realmente “calientes”, donde los balazos son reales.

Conclusión

Los verdaderos mercenarios, para fines prácticos, son los reclutadores, los militares profesionales sedientos de guerra y remuneración sustancial.

Ellos buscan a jóvenes, por lo general insatisfechos con su realidad, molestos con la sociedad y con rencor acumulado… last but not least, con alguna tendencia religiosa radical —en especial el caso del Medio Oriente—, que tengan algún tipo de instrucción militar, o que hayan participado ya en alguna guerra y, licenciados del ejército, se encuentren sin motivación para la vida civil y que en su frustración, hayan hecho de guerrear su modo de vida.

Si las cosas salen bien, los dirigentes mercenarios levantan una buena cantidad de dinero, si las cosas salen mal… igual levantan la plata.

…Y, se largan a buscar otra guerra. En ese caso, los reclutados; son la “carne de cañón”; Biafra, Congo… apenas ayer ISIS, cuando los reclutados, luego de su efímera “victoria”, tuvieron que enfrentarse a fuerzas especiales de verdad— ¿Spetsnaz? Fin de esa historia, aunque en breve

No tardará, en aparecer un anuncio discreto y atractivo en los medios, en busca de material desechable, para otra guerrita…

         Porque esa es la función moderna de los reclutados, soldados entrenados y retirados que no encuentran una vía laboral en su hogar y, vuelven al frente pero ya no con un ejército a sus espaldas; van con una empresa que les paga muchísimo más dinero, pero que los deja en pleno abandono sin tener que pagar por ello, si algo sale mal.

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