Voces del Periodista Diario

La amenaza que viene de Estados Unidos

Ojo Público
Por Norberto Hernández Montiel

La única voz que ha pronunciado claramente la amenaza que se cierne sobre nuestro país es la del diputado Gerardo Fernández Noroña: “Quieren que haya un golpe de Estado”, dijo el martes 18 de abril, durante el mensaje que emite diariamente a través de su canal de YouTube, e hizo ver que los Estados Unidos “están provocando con todo”.

Su advertencia es diáfana y expuso argumentos para apoyarla. Enumeró los datos que ofreció Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, respecto al descenso de la incidencia delictiva en nuestro país –lo cual demuestra que la estrategia del gobierno es acertada– y reprobó que la Suprema Corte de Justicia de la Nación haya declarado inconstitucional el traslado del control operativo de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa.

En opinión de Fernández Noroña, lo que subyace en esa decisión es la intención de desaparecer a la Guardia Nacional, detrás de lo cual, aseveró, está la embajada de Estados Unidos.

Recordemos que la presidente de la SCJN, Norma Piña, el 16 de abril se reunió con el embajador, Ken Salazar, en medio de tal opacidad, que el boletín emitido por la SCJN apenas mereció dos párrafos, en uno de los cuales se consigna: “Se trataron asuntos generales de interés bilateral que permitirán estrechar lazos de diálogo y cooperación”.

La reunión se dio en medio de una trama de crecientes presiones del Senado estadounidense, declaraciones de Anne Milgram, titular de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (Drug Enforcement Administration, o DEA), respecto a los daños que el fentanilo –en su opinión proveniente sólo de México– causa entre los jóvenes de su país y la campaña en diversos periódicos estadounidenses en contra del gobierno mexicano. Tales son apenas unos cuantos indicadores de la amenaza que se cierne sobre nuestro país.

En ese contexto, es conveniente que recordemos algunos fragmentos de la entrevista que el periodista estadounidense Robert Hammond Murray le hizo a Sara Pérez Romero –Sarita, como se le llamaba cariñosamente en México– la viuda de Francisco I. Madero, en 1916, respecto al asesinato de su esposo y del vicepresidente José María Pino Suárez, tres años antes.

Ambos hablaban respecto a Henry Lane Wilson, el embajador bajo cuya tutela se planeó el golpe de Estado de 1913, además de su influencia sobre el usurpador Victoriano Huerta y la posibilidad que veía Sarita de salvar la vida de su esposo y la del vicepresidente Pino Suárez, en las primeras horas de su detención.

Se usará la identificación de RHM para Hammond Murray, SPR para Sarita y HLW para el entonces embajador estadounidense, además de acotaciones entre paréntesis, para dar un mejor contexto.

RHM. –¿Cuándo tuvo usted su entrevista con el embajador?

SPR. –La misma tarde del 20 de febrero de 1913 (dos días antes de los crímenes; Madero y Pino Suárez estaban presos). Mercedes, mi cuñada, me acompañó. El embajador no estaba en la embajada cuando llegamos; la señora Wilson nos recibió y ordenó que se le llamase (a Lane Wilson) por teléfono a Palacio diciéndole que estábamos allí.

RHM –¿Cuál fue la actitud y continente del embajador?

SPR –Mostraba que estaba bajo la influencia del licor. Varias veces la señora Wilson tuvo que tirarle del saco para hacerlo que cambiara de lenguaje al dirigirse a nosotros. Fue una dolorosa entrevista. Dije al embajador que íbamos a buscar protección para las vidas del Presidente y Vicepresidente. “Muy bien, señora –me dijo–. ¿Y qué es lo que usted quiere que yo haga?

SPR –Quiero que usted emplee su influencia para salvar la vida de mi esposo y demás prisioneros.

HLW –Esa es una responsabilidad –contestó el embajador–que no puedo echarme encima, ni en mi nombre ni en el de mi gobierno.

SPR –¿Responsabilidad por salvar la vida de un hombre?. La responsabilidad la tuvo por no salvarlo (Acotó Sarita, al periodista).

SPR –(Retomó la narración de su conversación con Lane Wilson) ¿Sería usted tan bondadoso –le respondí entonces– de enviar este telegrama al presidente (William Howard) Taft escrito y firmado por la madre del presidente (Madero)? Únicamente por conducto de la embajada podríamos esperar que este mensaje llegara al poder del presidente Taft –suponíamos que el telégrafo estaba en manos del gobierno (de Huerta) y que era inútil esperar que se dejara pasar un telegrama de esta naturaleza. Aquí tiene copia de ese telegrama (se lo entregó al periodista).

En ese mensaje la madre de Madero pedía al presidente Taft influyera para que Huerta permitiera al presidente Madero el exilio en Europa, a cambio de su dimisión.

RHM –¿Cuál fue la respuesta del embajador una vez que leyó el mensaje que usted le entregaba?

SPR –“Es innecesario enviar esto”, dijo, pero insistí. Entonces el embajador dijo: “Está bien, lo enviaré.” Y se echó el mensaje en la bolsa.

A continuación se relata que el telegrama llegó al Departamento de Estado de Estados Unidos, pero estaba en curso la elección presidencial en aquel país y fue esa institución la que se hizo cargo de instruir a Lane Wilson para interceder frente a Huerta. También se relata que Sarita, en su viaje hacia Nueva York, ya asesinado su esposo, envió otro mensaje, todavía a Taft, en el que inquiría si Lane Wilson le había enviado el telegrama.

RHM –¿Qué pasó después de que usted entregó al embajador el telegrama dirigido al presidente Taft?

SPR –El embajador me dijo: “Seré franco con usted, señora. La caída de su esposo se debió a que nunca quiso consultarme.” Nada pude responder a eso, porque había ido a pedir un favor y a solicitar intercediera por la vida de mi esposo y no a discutir cuestiones de política ni la conducta de nadie con el embajador.

RHM –¿Qué más dijo el embajador?

SPR –El embajador continuó diciendo: “Usted sabe señora, que su esposo tenía ideas muy peculiares.” Yo le contesté: “Señor embajador, mi esposo no tiene ideas peculiares, sino altos ideales.” A esto el embajador nada replicó y en seguida le dije que solicitaba la misma protección y seguridad que pedía para el presidente Madero, para el vicepresidente Pino Suárez. El embajador se exaltó repentinamente y me dijo: “Pino Suárez es un mal hombre y no puedo dar ninguna seguridad respecto a él. Es el culpable de la mayor parte de las dificultades que ha tenido su esposo de usted. Esa clase de hombres debe desaparecer (…)”

RHM –¿Qué quería decir el embajador al decir que el vicepresidente Pino Suárez debía desaparecer?

SPR –Yo entendí que decía que debía ser sacrificada la vida del vicepresidente y por eso le hice saber que el señor Pino Suárez tenía una mujer y seis hijos que quedarían en la miseria si él llegaba a perder la vida.

RHM –¿Y qué dijo a eso?

SPR –Se encogió de hombros. Me dijo que el general Huerta le había consultado qué debía hacerse con los prisioneros. “¿Y qué le contestó usted?”, le pregunté. “Le dije que hiciera lo que fuera mejor para los intereses del país”, me dijo el embajador.

Esta entrevista no sólo tiene un gran interés histórico, sino nos deja ver, como mexicanos, mucho respecto a la injerencia estadounidense en nuestro país. Hay que ver qué clase de embajadores nos ha enviado Estados Unidos y cuántos Huertas hay aquí.

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