A través de una campaña carente de propuestas serias, sin claridad para elaborar un discurso coherente, Xóchitl Gálvez, la candidata a la Presidencia de la República por el PRIAN, apuesta por las fórmulas desgastadas de Fox y Calderón, apuntaladas con granjas de bots y apoyos de dudosa procedencia.
Incapaces de presentar una oferta administrativa, recurren al expediente que le resultó exitoso a Diego Fernández de Cevallos en 1994, cuando ese político, verdadero ejemplo del conflicto de intereses, fue postulado a la Presidencia por el PAN.
En su momento, el primer debate entre los candidatos, Cuauhtémoc Cárdenas, por el Frente Democrático Nacional, y por el PRIAN el propio Fernández de Cevallos y Ernesto Zedillo Ponce de León, fue la inauguración de la maña para presentar ataques, en lugar de planteamientos serios para gobernar este país.
No se necesitó mucho tiempo para que resultara evidente el amasiato entre el PRI y el PAN. Fernández de Cevallos, carente de programa, como ya se dijo, se dedicó a atacar a los otros dos candidatos, con el falaz argumento de que habían sido convocados para debatir, como si los proyectos de nación estuvieran en segundo término, frente a la confrontación.
Lo curioso fue que esa estrategia tuvo un éxito que Fernández no esperaba, al grado que prácticamente se encerró en su casa y no hizo campaña, con la finalidad de que ganara Zedillo, el aspirante designado por el dedo del todavía presidente, Carlos Salinas de Gortari. Así, el panista evidenció que era un candidato de relleno.
El resto de la campaña zedillista, ya con Fernández de Cevallos auto marginado, consistió en apelar al miedo que muchos electores de clase media sentían ante el reciente levantamiento del Frente Zapatista de Liberación Nacional. Los publicistas del PRIAN acuñaron el slogan “yo voto por la paz”, como si sufragar por Cárdenas fuera hacerlo por la guerra.
Sobre el sexenio de Zedillo se puede decir mucho, pero basta recordar las matanzas de Aguas Blancas, Guerrero, en 1995, apenas un año después de la toma de posesión de Zedillo; y de Acteal, en 1997. Nadie responsabilizó de ellas a Zedillo, quien además prácticamente disolvió a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para que el Congreso nombrara nuevos ministros y redujera su número, de 26 a 11, en 1995.
A pesar de todo lo anterior, y de que privatizó Ferrocarriles Nacionales de México, como si fueran de su propiedad, ningún panista señaló como dictador a Zedillo, y ello se debió a que son exactamente lo mismo.
En el año 2000, con la bandera del “cambio” llegó al poder Vicente Fox Quesada, el primer tele candidato y tele presidente, quien ejerció el poder con una mezcla de irresponsabilidad, cinismo prepotente, ignorancia vergonzosa, y paremos de contar. Entre sus peores dislates, debidos a su ignorancia, renombró “José Luis Borgués” al notable escritor argentino Jorge Luis Borges.
Xóchitl Gálvez, contratada por Fox para encabezar la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, comparte con su ex jefe, la ignorancia y la irresponsabilidad, pero a ello le suma la superficialidad con la que asume y minimiza sus faltas, lo cual fue notorio en su respuesta, cuando la interrogaron respecto al evidente desaseo del informe de trabajo profesional con el cual se tituló.
No obstante, con quien tiene mayores semejanzas es con Felipe Calderón Hinojosa, quien pavimentó su camino al fraude de 2006 a través de la campaña publicitaria “López Obrador es un peligro para México” y, con un discurso de odio y miedo, dedicó su campaña a atacar al hoy presidente. El complemento fue la estrategia con la que hoy Xóchitl Gálvez trata de justificar un fraude, la de un crecimiento falso en las preferencias electorales. Los publicistas de Calderón le aconsejaron repetir, hasta el cansancio, “caballo que alcanza, gana”.
El resultado del fraude enlutó a decenas de miles de familias mexicanas. Las balaceras se hicieron dolorosamente comunes, sobre todo en el norte de la República, y Genaro García Luna, el hombre a quien Calderón delegó la seguridad pública de nuestro país acabó en el Centro de Detención Metropolitano de Brooklyn, Nueva York, por su relación con el narcotráfico.
Respecto al sexenio de Enrique Peña Nieto, todavía se siguen arrastrando secuelas de la matanza de los 43 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero, explotada en forma burdamente electorera durante la actual campaña del PAN. A esto, además de muchos otros casos, se le suma la masacre de 22 civiles en el municipio de Tlatlaya, Estado de México. Ocurrieron muchas más arbitrariedades en los sexenios mencionados, pero se requeriría mucho espacio para hablar de ello.
Como colofón a este muy breve y apretado resumen, Xóchitl Gálvez suma, al engaño de Vicente Fox Quesada, respecto a ofrecer un supuesto cambio (que, dicho sea de paso, caracteriza la campaña de Santiago Taboada, a la jefatura de Gobierno de la CDMX), la única propuesta que ha presentado recuerda fallida y sangrienta gestión de Felipe Calderón Hinojosa. A este planteamiento aumentó la construcción de otra cárcel de alta seguridad.
Al parecer, ambiciona sumarse a lo que hicieron, a su paso por el poder presidencial, los prianistas, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, quienes además de lo mencionado arriba demostraron una enorme voracidad.
En cuanto a la gran idea de Xóchitl, de construir otra cárcel de alta seguridad, nada más hay que recordar que Joaquín, “El Chapo” Guzmán, se escapó de uno de estos reclusorios dos veces, la primera a Vicente Fox, en 2001, y la segunda a Enrique Peña Nieto, en 2015. Ambos expresidentes gobernaron apoyados por dos de los partidos que postulan a la señora Gálvez.
Este recuento se centra, fundamentalmente, del año 2000 en delante, pero el neoliberalismo, en general, tiene una enorme deuda con el pueblo de México, desde su instauración, con Miguel de la Madrid Hurtado, en 1982.