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¿De qué populismo estamos hablando? VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George - Voces del Periodista Diario
Voces del Periodista Diario

¿De qué populismo estamos hablando?

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George

Si el tema obligado de esta mañana son los resultados de las elecciones en Francia, no es ocioso abordarlo desde la perspectiva de la numeralia.

Al acometerse la primera vuelta, la autoridad electoral nacional reportó un registro de 47 millones 448 mil franceses con derecho a voto. En la segunda vuelta de ayer, la participación fue de 35 millones 407 mil votantes; se reconoció una acusada baja de asistencia a las urnas.

A bote pronto, el cómputo reporta dos fenómenos nuevos: La abstención alcanzó niveles de 1960. Uno de cada tres votantes (se trataría del 33 por ciento), emitió su voto en blanco.

De la votación procesada, unos 20 millones 703 mil sufragios fueron acreditados al ex socio del poderoso Banco Rothschild Compañía, Emmanuel Madron, con sobrada ventaja sobre su opositora Marine Le Pen.

La pugna fue descrita previamente entre un destacado militante “europeísta” y una candidata nacionalista; para fines políticamente geométricos, una ultraderechista.

El signo dominante de esos comicios, fue el desplazamiento de los partidos históricos; entre ellos, el gobernante Partido Socialista francés, del presidente Francois Hollande. El plebiscito no puede ser más rotundo.

Desde anoche mismo, las pantallas televisivas de las grandes cadenas internacionales introdujeron sus informaciones sobre aquellos resultados electorales con una expresión climática: “Francia da un respiro al mundo”. Otras anunciaron: Se consolida el Eje Francia-Alemania. Así describen hoy a “la Europa unida”.

En la televisión mexicana, un casi denominador común se presentó con este pie de pantalla: Los franceses dicen no al populismo. De tal forma festinaron la derrota de Marine le Pen.

Todavía esta mañana, aquí se dejaba de lado un tema capital: El triunfante Madron, es producto de un movimiento, En marcha, que pasó la aplanadora sobre los partidos tradicionales, a los que se da por muertos.

Pero el responso tiene que pasar todavía por las elecciones legislativas del próximo 5 de junio; no hay que poner todavía las ofrendas florales sobre los cadáveres de las formaciones históricas. De las elecciones legislativas, en el régimen parlamentario, surge Primer Ministro.

Se exorcizó la reproducción de Donald Trump

Como sea, en el cuadro final de las pasadas elecciones dominicales estuvieron cuerpo a cuerpo un banquero de cepa –derechista moderado-, y una ultraderechista confesa. Esa fue “la opción democrática” ofrecida a los franceses.

En los medios domésticos, el examen del proceso francés trató de forzar una analogía: Le Pen, del Frente Nacional, es la encarnación francesa del norteamericano Donald Trump: Ergo, el populismo agiganta su amenazante espectro sobre Europa.

Ese enfoque lo maneja en México particularmente el PRI, que desde las primarias presidenciales en los Estados Unidos zarandea ese espantajo. Hace unas horas todavía el dirigente nacional tricolor, Enrique Ochoa Reza, ilustró ese amago con el nombre del difunto venezolano Hugo Chávez.

Cuando el PRI incita contra el populismo, ¿a qué y a quién se refiere? La respuesta es más que obvia, de suerte que no la repetiremos.

En este espacio se ha citado al sociólogo estadunidense Seymor Martin Liptset, en su obra El hombre político. Se subraya su nacionalidad. Pero este investigador, al alimón con Earl Raab, firman otra obra más que reveladora: La política de la sinrazón/ El extremismo de derecha en los Estados Unidos, 1790-1977.

Es absolutamente comprobable que las tendencias históricas del extremismo de derechas norteamericano tuvieron visible desembocadura en la elección de noviembre pasado de Donald Trump.

Dejada la recomendación de consulta a la segunda obra mencionada, sólo destacaremos algunas caracterizaciones del populismo del que hablan Lipset y Raab.

Un populismo con aroma a fascismo

Primera línea de combate desde el fundamentalismo de derechas: contra el Estado interventor (en la economía) y, dicho con más propiedad, contra el Estado benefactor.

Dos tatuajes tiene ese modelo: Su pretensión del monopolio de la moral y, en su lucha contra el cambio del sistema económico, su acerada defensa del confort de las clases económicamente poderosas. Toda reforma a ese régimen, entraña una inadmisible amenaza a los que se apropian, detentan y usufructúan la riqueza.

En la obra comentada se analizan las formas de alienación de la sociedad norteamericana: La vertiente que aborda los problemas sociales (en el periodo analizado), se pronuncia contra la presencia de delincuentes,  hippies,  comunistas y radicales que operan desde los sindicatos obreros. En este último racimo se llevan entre las espuelas a los intelectuales liberales.

Una consulta de los autores nombrados se remite al estudio de los niveles de alienación debido al analista de encuestas electorales, Daniel Yankelovich.

“Nuevo capítulo del populismo norteamericano”, dice ese analista: Está impelido por un sentido de ofensa a la moral pública. Va acompañado por una severa actitud punitiva hacia los “delincuentes”, los holgazanes de la beneficencia (lo que aquí se catalogaría como asistencialismo social), los pornógrafos, etcétera.

Anota dicho analista: Es un grito de resentimiento de quienes sienten que han trabajado y se han sacrificado sólo para ser correspondido con la explotación. Y este sentimiento social probablemente es la más poderosa fuerza política de los Estados Unidos de hoy.

Fue ese exacerbado sentimiento social, continuamos por nuestra parte, que capitalizó y capitaliza el magnate multimillonario Donald Trump, en su ruta y alojamiento en la Casa Blanca.

Pero hay una acotación que merece subrayarse: Los intelectuales liberales estadunidenses inscriben ahora mismo ese populismo de derechas en la categoría del fascismo.

El populismo de Sanders y Obama

Y lo colocan vis a vis con el populismo que en campaña postuló el aspirante demócrata Barnie Sanders, cercano a las causas de la clase trabajadora; línea que, frente al presidente Enrique Peña Nieto, defendió su oportunidad Barack Obama: Yo también soy populista.

Si en el centro de gravedad del discurso electoral para 2018, el PRI sitúa el populismo y felicita al encumbrado banquero francés derechista Emmanuel Madron, ¿descarta un populismo estilo Barack Obama?

Es cosa de esperar la próxima asamblea nacional del tricolor para ver si encuentra una doctrina propia. De importadas ya estamos hasta la coronilla. Es cosa de esperar.

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