Por Diego Pappalardo
1-. Se desaceleran las políticas del “cambio climático”. Por ende, los arquitectos de la denominada “transición energética” no verán completado su trabajo en las próximas dos décadas.
2-. El contexto del aumento del precio del crudo es diferente del entorno de la crisis de 2008 porque principalmente –y a diferencia de lo ocurrido en la primera década del 2000– el Sistema Policentrista ya está en operatividad pugnando contra el bloque del unipolarismo atlántico-globalista, el cual cada vez más, sufre la descomposición de su diseño de dominación mundial (aunque, para nosotros, este tipo de gestión de poder internacional, está “fenecido” desde antes de 2020). Su cotización será de equilibrio y, por lo tanto, el pánico reinante es discordante de la realidad.
3-. Las contrasanciones rusas son concretas y efectivas. Y su paquete total no está finalizado.
Rusia, lógicamente, en aras de mantener su seguridad absoluta, desviará muchos efectos (o consecuencias) del geopoder anglo-americano hacia otros geoespacios; sobre todo, los países que serán categorizados, por parte del Kremlin, como hostiles.
Su estatus de potencia energética (con recursos combinados) no disminuirá relevantemente. Por lo tanto, la población rusa (y aquellas otras extranjeras que estén asociadas con el formato de gestión de Moscú) no atravesarán por las mismas magnitudes de las dificultades que afectarán a otros poblamientos, cuyos decisores estatales (o élites influyentes) no expresen una subjetividad geopolítica discrepantes parcialmente o disociadora del unipolarismo atlantista.
4-. Reunión de Biden, Putin y Xi Jinping